Película formada por cinco partes independientes en cinco ciudades del mundo totalmente diferentes y con un único patrón común: todas están desarrolladas en el interior de un taxi.

Jim Jarmusch se atreve en este proyecto a realizar una obra ambientada en zonas tan dispares como: Los Ángeles, Nueva York, Roma, París y Helsinki y no sólo centrándose en la dirección, también escribe el guión y hace labores de productor. Es una obra valiente y con momentos de auténtica inspiración y es el toque independiente que imprime Jarmusch a todas sus cintas lo que la vuelve mucho más arriesgada y seductora.

Desgraciadamente las creaciones fragmentadas en episodios corren el riesgo de que el resultado de los mismos sea desigual y que el interés global aumente o decaiga según la calidad de estos; Noche en la Tierra cuenta con una historia dura y poderosa, otra bastante divertida, dos de las que se podía haber sacado mucho más y una floja. Con este bagaje queda claro lo arduo que resulta mantener la línea en este tipo de estructuras y que este film no lo ha logrado.

En cuanto a las actuaciones destaco al siempre sorprendente Armin Mueller-Stahl, lo más remarcable de su capítulo, a Roberto Benigni haciendo una vez más de Roberto Benigni, a la pareja Béatrice Dalle e Isaac de Bankolé que están inmensos y a Matti Pellonpää.

Aún con el encanto de las localizaciones tan heterogéneas y un guión con momentos de puro ingenio, la sensación que deja es agridulce y la satisfacción parcial.