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hpbordon rating:
5
6.8
58,967
Language of the review:
- es
January 19, 2011
15 of 22 users found this review helpful
Suele ser habitual que dos películas se asemejen en su planteamiento o tengan detalles similares o idénticos por simple casualidad, ya que los guiones están escritos con meses, años o incluso décadas previas a al rodaje del film. A ello hay que sumarle el tiempo de espera en posproducción y distribución. Vaya, que en hacer cine se tarda un rato, aunque siempre haya más de un listillo que ve un estreno parecido al que había visto hacía un mes y se atreva a decir: ¡Menuda copia! Seguro que frente a '127 horas', más de uno puede llegar a decir que el argumento y la esencia son los de 'Buried' (Enterrado), el film de Rodrigo Cortés. Pero claro, para marcarse este ensayo videoclipero sobre la angustia, la muerte, el espíritu aventurero y demás, Danny Boyle seguro que lleva empecinado –por lo menos– desde el día en que recogió las estatuillas por 'Slumdog Millonaire'. Lo que no es casualidad y achaco a razones de tipo financiero (de tipo griego como le gusta decir a Godard), es que ahora haya un empeño en afrontar producciones low cost con historias protagonizadas por una sola estrella y escasos decorados, puesto que el gasto es mucho menor. Qué indi se vuelve el mundo cuando hay que apretarse el cinturón.
El ahora muy de moda James Franco (¿qué será de él dentro de, pongamos, veinte años?) copa por completo la pantalla durante la hora y media del metraje. El film comienza ágilmente con una leve presentación de este boy-scout solitario que parte de excursión a un cañón perdido de la mano del Señor como quién va al supermercado, bien equipado pero olvidando su navaja suiza y el teléfono móvil. Si le ocurre eso a Cortés se queda sin su “enterrado”. A Boyle, sin embargo, le da pie para narrar la historia –basada en hechos reales– de un joven que queda “atrapado” en medio de lo que podría considerarse la nada, con un brazo encajado entre un pedrusco y una pared rocosa durante las previsibles 127 horas que anuncia el título-spoiler que se maneja desde un principio. Lo que ocurre es que lo de mantenernos todo el tiempo inmersos junto al protagonista se lo deja –gustosa e involuntariamente, como ya sabemos– a otros que gusten de experimentos. Aquí la cámara sale del hoyo: hay flashbacks, forwards y lo que haga falta.
(continúa en el spoiler por falta de espacio...)
El ahora muy de moda James Franco (¿qué será de él dentro de, pongamos, veinte años?) copa por completo la pantalla durante la hora y media del metraje. El film comienza ágilmente con una leve presentación de este boy-scout solitario que parte de excursión a un cañón perdido de la mano del Señor como quién va al supermercado, bien equipado pero olvidando su navaja suiza y el teléfono móvil. Si le ocurre eso a Cortés se queda sin su “enterrado”. A Boyle, sin embargo, le da pie para narrar la historia –basada en hechos reales– de un joven que queda “atrapado” en medio de lo que podría considerarse la nada, con un brazo encajado entre un pedrusco y una pared rocosa durante las previsibles 127 horas que anuncia el título-spoiler que se maneja desde un principio. Lo que ocurre es que lo de mantenernos todo el tiempo inmersos junto al protagonista se lo deja –gustosa e involuntariamente, como ya sabemos– a otros que gusten de experimentos. Aquí la cámara sale del hoyo: hay flashbacks, forwards y lo que haga falta.
(continúa en el spoiler por falta de espacio...)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El que piense que le vayan a dar algún Oscar a '127 horas' espero que vaya desencaminado, y al que se le ocurra otorgárselo lo esté todavía más. La cinta, muy del siglo XXI y nada mal rodada desde luego, no desmerece por su capacidad para compadecer al espectador hacia ese joven que llega a beberse su propia orina y demás sacrificios que ha de soportar para sobrevivir. Se transmite con suficiente claridad el anhelo por la vida que se escapa, hasta ahí convence. Pero no merece mayores elogios una película en la que prevalece como último suspiro de humanidad algo parecido a un anuncio de Coca-Cola, por mucha sed que tenga el protagonista. Ello junto a una historia de amor freudiano-romántico de las que le gustan a Nolan, saca a relucir la faceta más yanqui de las que se hayan visto hasta ahora en el cine de Danny Boyle. Ya se desenvolvió con idéntica soltura por los también parajes perdidos de su otrora aventura hollywoodiense 'La playa' (2000), pero poseía unos cuantos más recursos (dólares, entre otros) a su favor.