El género de ciencia ficción suele darle a los guionistas la ventaja de no sentirse atados a ninguna obligación de verosimilitud: todo es posible en el fantasioso mundo de la ciencia ficción. Y, en este caso, ello es exactamente así, pero agravado con varias incongruencias que hacen ruido incluso dentro del género.
De manera que el espectador que esté dispuesto a aprobar marchas y contramarchas muy ajenas a la realidad tal vez disfrute esta serie más que yo.
En mi caso, los dos o tres primeros capítulos me gustaron bastante: el misterio creado por los "bodies" me resultó atractivo, aceptando, claro está, la mencionada licencia de este tipo de ficción. No obstante ello, tenía que estar muy atento para recordar ─y no confundir─ personajes y situaciones, a veces confusas, de cuatro épocas distintas que se sabía que estaban conectadas entre sí.
Pero luego, entre el cuarto y el quinto episodio, comenzaron a aparecer situaciones demasiado rebuscadas y ajenas a toda lógica que ya no era posible aceptarlas sin cuestionamientos: buenos que finalmente eran o se convertían en malos (o muy malos) y viceversa; mensajes de personajes de una época para que sean interpretados por otros de fechas posteriores; innecesarias y poco creíbles escenas homosexuales; pérdida de interés por el misterio inicial (porque se iba resolviendo muy livianamente: lo principal resultaba ser accesorio, y viceversa); situaciones serias que, por lo absurdo, resultaban patéticas; largos diálogos con no menos largos silencios y, lo peor, el final ya era bastante previsible.
De manera que seguí mirando hasta el último capítulo para conocer cual sería el desenlace elegido por los guionistas (apurando por momentos el paso de las imágenes), y no me equivoqué: este no fue muy distinto de lo esperable, aunque un poco más incongruente y confuso.
En fin, que, para viajar al pasado y el futuro en una pantalla, me quedo con aquella simpática saga de los años 80 que fue "Volver al futuro".