Tras ver la película, entendí justa la recompensa de “Pan Negro” en los Goya. Sin quitarle mérito a la Novela de Teixidor, Villaronga lleva el “tempo” de la película con una destreza poco vista en el cine español, propia de un maestro del cine negro y de intriga anclada en la España, Cataluña, profunda.

Desde la espeluznante primera escena – no hay thriller sin crimen- hasta el final, Villalonga nos ofrece un festín de cine negro. La trama del asesinato, los personajes secundarios –siempre inquietantes- y una inesperada vuelta a la tuerca en la trama ante la que el espectador reacciona con sorpresa. Nada es lo que parece, y menos desde los infantiles ojos del joven protagonista en una naturaleza sombría y hostil.

Fiel a la ambientación de la Cataluña de la posguerra, el trabajo de Villaronga es honesto y se ve arropado por un elenco de magníficos actores