La calle estaba lustrosa, pues acababa de llover, y el charol de mis zapatos reflejaba la tarde que caía impasible. Mis pasos se encaminaban hacia el hipódromo. Ahí tomaría unos cuantos whiskys en el Gay Dalton.
En mi mente están almacenadas las escenas de “The Killing”. Siento emoción. El hipódromo renovado. Recibo una guía de las carreras. Los caballos pasean con parsimonia. Me llama la atención uno de nombre: “Kandiski”. Los caballos pasean con parsimonia. Me llama la atención uno de nombre: “Kandiski”. Regreso al Gay Dalton con sus amplios ventanales. La nostalgia me invade. La juventud se va irremediablemente. Kubrick es un artesano con mente abstracta. Su película de atraco, le debaten entre la vida y la muerte. Todas sus películas esconden el miedo a la muerte, el miedo a amar y sin embargo se conjugan entorpeciendo la labor de los actores, y todo parece una carrera desenfrenada en este mundo material, en donde todo pasa a segundo termino. Como si la adrenalina nos consumiera e esta carrera de equinos, en donde no importa si gana “Kandiski” u otro, es ¡Solamente la emoción de sentirse vivo! Por unos instantes en donde la belleza de una mujer y el dinero… son simples adornos del cine negro.