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RAMON ROCEL rating:
8
Drama The young, handsome, but somewhat wild Eugene Morgan wants to marry Isabel Amberson, daughter of a rich upper-class family, but she instead marries dull and steady Wilbur Minafer. Their only child, George, grows up a spoiled brat. Years later, Eugene comes back, now a mature widower and a successful automobile maker. After Wilbur dies, Eugene again asks Isabel to marry him, and she is receptive. But George resents the attentions paid to ... [+]
Language of the review:
  • es
October 11, 2010
4 of 6 users found this review helpful
Llega una época en la vida, en la que uno se da cuenta que ciertas cosas que murmura la sociedad como que ya no cuadran. Y tiene uno la sensación de que la vida se ha distorsionado de tal modo que parece un carruaje que empuja a los caballos. Esta forma invertida de ver la vida, de anteponer cosas banales, frívolas y la constante emoción vertiginosa de vivir la vida como si uno fuera en un auto fórmula 1, en dirección a un lugar sin rumbo. Frenética y furiosa manera de correr por el tiempo, dejando atrás la época de los carruajes, luego la invención del automóvil, luego los bólidos. Esto es la sensación que parece impulsar a los genios como Orson Welles. Llenos de vitalidad y energía inagotable, que los conduce al empecinamiento.

Siempre he dicho que Welles es el niño genio, bromista pesado del cine. Y “El cuarto mandamiento” retrata este espíritu inquieto, rebelde, arrogante, magnificente. En cada uno des sus encuadres, de su fastuosidad, estamos viendo al megalómano hombre deseoso de halagos. Casi como una radiografía, Orson Welles nos muestra parte de su mundo, adoptando una novela que le va bien.
Hombres o mujeres somos intelectualmente autosuficientes:
“Si nosotros somos así, demasiado listo para nuestro propio bien. Hasta nos encanta que nos llamen precoces. Nuestra educación ha servido para inflarnos de orgullo como globos de “Cantoya” pero procuramos ocultarlo. Secretamente sentimos que somos capaces de flotar por encima de los demás con el poder de nuestros cerebros”
“El progreso científico, como la creación del automóvil, nos hace creer que no hay nada imposible para el hombre. La sabiduría es todopoderosa. El intelecto conquista la naturaleza, el medio ambiente. Ya que somos más brillantes que la mayoría. Con solo pensarlo, ganamos la carrera a la vida"
"El dios del intelecto, desplazó al dios de nuestros padres; pero el orgullo parece tener otros planes. Después de creer que hemos ganado la carrera con nuestros coches sin caballos y sentirnos triunfadores en el circuito, resulta que estamos perdiendo todo. Nos damos cuenta que tenemos que recapacitar, pues una vida en la que los caballos van detrás del coche y no adelante… nos lleva a las pistas del valle de la muerte”
RAMON ROCEL
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