Burton sigue la horrible senda tomada en el planeta de los simios para continuar tratando al espectador tal cual lo hacían los primates a los humanos en aquel que fue uno de los peores insultos que se han llevado a la pantalla. Destroza el maravilloso libro para adaptarlo a las estrechas mentes de adolescentes con pocas espectativas de futuro y lo convierte en una mareante sucesión de correrías sin sentido, persecuciones a ningún sitio y luchas a espada absolutamente prescindibles y forzadas (si no eres fiel seguidor de Jackie Chan) y que no aportan nada al intelecto más que desilusión en espectadores, que como a mí, no les gusta que les tomen por idiotas. Y menos si esto lo hace el señor Tim Burton quien ha perdido con esta tontería de película el poco respeto que ya me quedaba hacia él. Ha sido capaz de hacer desaparecer todos y cada uno de los matices y significados del libro de Carroll para devolvernos una chapuza plana en technicolor (por muchas dimensiones que le pongan) y con una moraleja digna del peor Coelho.