Hay que saber tocar ciertos temas, y lamentablemente el guionista y director de Captives, no sabe.
Historia innecesariamente enredada, todos los juegos que hace intercambiando presente y pasado están de más, igual que el contar una historia en forma coral, cuando ésta podría haber sido un poco mejor si se centraba en la angustia de los padres y la obsesión del pederasta, sin recurrir a crear subtramas paralelas como la de Scott Speedman y Rosario Dawson.
Basta decir que todos están pésimos, incluyendo Rosario Dawson y Mireille Enos, que son buenas actrices, acá brindan interpretaciones mediocres, pero lejos quién peor está es Kevin Durand, dando vida a un villano de caricatura, con gestos, tics y demás, que parecen salidos cualquier película de clase B.
Por no contar los clichés de culebrón que usan para llegar al clímax.
Una historia pésima, qué no se decide a ser ni un melodrama, ni un thriller, y se queda a medias en todo.