Algo menos que mediocre film con pirado al frente dando matarile a bellas agentes inmobiliarias que tratan de ganarse la vida vendiendo grandes y carísimas mansiones a ricachones.
Se trata de una de esas películas que poblaban los video-clubs de finales de los años ochenta y noventa, de escasa calidad, la mayoría sin estrenar en salas comerciales y que, generalmente, resultaban un peñazo.
Esta es parecida aunque es verdad que se nota que ha habido algo de pasta (es de la Metro...), sobre todo en la bella fotografía a todo color y al buen gusto estético (sin pasarse) de interiores.
Por lo demás, los dos protagonistas cumplen con su trabajo, con una todo terreno en esta clase de (sub) productos, como lo fue en su época dorada Adrienne Barbeau, que no era mala actriz, pero nunca logró trascender este simpático género del terror, del slasher como se llama ahora.
Resulta la cinta tediosilla, pasando los minutos cansinamente.

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