"No hay nada más sincero que una mujer que miente".

No guardo un buen recuerdo de ella, por recordarla como una obra de teatro trasladada el cine. Esto, de por sí, no es malo, pues ha habido muchos casos en que una obra teatral ha sido trasladada al celuloide con inmejorables resultados. Pero en este caso, y a pesar de estar tras la cámara el gran Donen, la peli es bastante estática, resultando un tanto fría la realización. Un cierto esquematismo, junto con pobres decorados hacen que la cinta devenga en cierto sentimiento de pobreza visual. Menos mal que la pareja protagonista es memorable, existiendo verdadera química entre los dos (ya la hubo en "encadenados"). Una bonita escena, la mejor sin duda, es la del regreso de Bergman a su hogar.

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