"- No podrías hacerme todas esas cosas espantosas si no estuviera en esta silla de ruedas.

- ¡Pero estás en ella, Blanche! ¡Tú estás en la silla!".

Muy buena película, absolutamente negra en todos sus aspectos. El malsano clímax, las insuperables interpretaciones de las dos magníficas actrices, aquí en un tour-de force pleno de fuerza y rabia, la impresionante fotografía en blanco y negro, los aterradores decorados, los malsanos personajes secundarios (Buono está magnífico en su papel, siendo por ello nominado al Oscar, aunque no lo ganara). Y es que, se pone en solfa, como pocas veces, o quizás ninguna, a la industria del espectáculo, con esos largos tentáculos que aprisionan todo lo que toca, incluso la inocencia de los niños prodigio, a quienes se exprime hasta sacarle todo el jugo y luego se les abandona a una inmisericorde existencia.
En fin, una película estupendamente dirigida por Aldrich.
Durante el rodaje, las dos actrices protagonistas se llevaron muy mal. No se podían ver desde muchos años atrás y se envidiaban mutuamente. Así, se hicieron “putaditas” entre ellas, como la de colocar Bette Davis una máquina de Coca Cola en el estudio, sabiendo que Joan Crawford era accionista de la Pepsi.
Incluso llegó esta rivalidad a cotas del tamaño de que, en la ceremonia de los Oscar de esa temporada, en la que Bette Davis estuvo nominada, Joan Crawford llegó al acuerdo con las otras nominadas, que fuera ella misma quien recogiera el Oscar. Ganó Anne Bancroft por "El milagro de Ana Sullivan" y fue la Crawford quien subió al estrado. La cara de Davis lo decía todo.
La carrera de Bette Davis se revalorizó gracias a este film, aunque bien es cierto que, a partir de aquí estuvo bastante encasillada, pero no le faltó trabajo.

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