Llevaba tiempo detrás de esta película, los comentarios de los entendidos sobre las buenas trazas que se daba esta joven directora de cine iraní habían despertado mi curiosidad y ayer, por fín, me decidí a verla. La verdad es que se tiene que tener buena disposición a la hora de sentarse a ver este trabajo de Samira Makhmalbaf, porque este tipo de cine es de todo menos convencional y su ritmo es extremadamente lento, pero aún así a mí me ha parecido un trabajo más que aceptable de una directora que pretende hacerse oír y denunciar la situación tan deplorable que viven los ciudadanos en general y las mujeres en particular en un país como Afganistan, incluso después de la caída del odiado régimen talibán. Sólo por ésto merece la pena verse este trabajo. A mí se me ha quedado una sensación de impotencia impresionante, cada día doy más gracias a la vida por haber tenido la suerte de nacer en un país democrático y me identifico plenamente con la protagonista, una Agheleh Rezaie que se come la pantalla con esos ojos llenos de curiosidad y de ilusión, una ilusión que se va perdiendo a medida que transcurre la película. Es desesperante el ambiente tan desmoralizador que reina en toda la película, no hay ni una pequeña tregua ni atisbo de esperanza y no dejo de preguntarme qué es lo que hace la gente que vive en esa situación para levantarse cada día y seguir viviendo.Se la recomiendo a todos aquellos que se quejan por vicio, a los que se les cae el mundo encima porque se les avería el coche o el dvd. Esto es pasarlas perras y lo demás son tonterías.