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Antonio Morales rating:
8
7.4
1,825
Drama. Film noir
Max Monetti is consumed with vengeance against his brothers after their betrayal of his father Gino. But after remembering his past, especially his relationship with Irene Bennett, Max realizes that his father had caused all the tension within the family and makes peace with his brothers.
Language of the review:
- es
May 29, 2013
3 of 4 users found this review helpful
“Odio entre hermanos” es una daptación cinematográfica de un fragmento de la novela de Jerome Wiedman “I´ll Never Go There” con guión de Phillip Yordan, que fue transladado poco después al paisaje del western con el título de “Lanza Rota” (Broken Lance, Edward Dmytryk, 1954), con un excelente Spencer Tracy en el papel del patriarca de la familia.
Max Monetti, abogado (un discreto Richard Conte) pasa revista a los hechos que le llevaron a la cárcel asumiendo la culpa de su padre, hombre autoritario pero con principios (estupendo Edward G. Robinson), acusado de prácticas usureras, ante las evasivas de sus hermanos que aprovecharon su larga estancia en prisión para hacerse con la fortuna paterna. La mayor parte de la película es un flash-back que analiza sin contemplaciones cuatro sociedades superpuestas (la familia, el ghetto italiano de Nueva York, el banco de los Monetti y el mundo del hampa). Después de visitar el banco que ahora dirigen sus hermanos ofreciéndole un dinero que él rechaza, visita a su antiguo amor Irene Bennett (fascinante Susan Hayward).
Aunque no figura entre las películas más valoradas del cineasta, pues es sencilla y emotiva que no simple y tiene poco que ver con el estereotipo de un Mankiewicz culto, complejo y con grandes preocupaciones intelectuales. Sin embargo es un buen film, que visto desde la envejecida perspectiva de la “autoría”, revela una vez más el interés del director por las narraciones en flash-back, por las relaciones humanas conflictivas, también esconde una diatriba contra el capitalismo feroz, por los movimientos de la cámara capaces de impulsar el relato y por los planos largos. En el salto al pasado bajo el retrato del patriarca está la base dramática de un film que, en apariencia, sólo narra la historia de una descomposición familiar no deseada por un patriarca que rinde culto a la idea de la familia como institución tradicional y la utiliza como feudo para reafirmar su autoridad, haciendo de ella una prolongación casera del negocio.
Continúa en el Spoiler.
Max Monetti, abogado (un discreto Richard Conte) pasa revista a los hechos que le llevaron a la cárcel asumiendo la culpa de su padre, hombre autoritario pero con principios (estupendo Edward G. Robinson), acusado de prácticas usureras, ante las evasivas de sus hermanos que aprovecharon su larga estancia en prisión para hacerse con la fortuna paterna. La mayor parte de la película es un flash-back que analiza sin contemplaciones cuatro sociedades superpuestas (la familia, el ghetto italiano de Nueva York, el banco de los Monetti y el mundo del hampa). Después de visitar el banco que ahora dirigen sus hermanos ofreciéndole un dinero que él rechaza, visita a su antiguo amor Irene Bennett (fascinante Susan Hayward).
Aunque no figura entre las películas más valoradas del cineasta, pues es sencilla y emotiva que no simple y tiene poco que ver con el estereotipo de un Mankiewicz culto, complejo y con grandes preocupaciones intelectuales. Sin embargo es un buen film, que visto desde la envejecida perspectiva de la “autoría”, revela una vez más el interés del director por las narraciones en flash-back, por las relaciones humanas conflictivas, también esconde una diatriba contra el capitalismo feroz, por los movimientos de la cámara capaces de impulsar el relato y por los planos largos. En el salto al pasado bajo el retrato del patriarca está la base dramática de un film que, en apariencia, sólo narra la historia de una descomposición familiar no deseada por un patriarca que rinde culto a la idea de la familia como institución tradicional y la utiliza como feudo para reafirmar su autoridad, haciendo de ella una prolongación casera del negocio.
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Spoiler:
Pero he aquí que el tiempo pasa y, 65 años después de haber sido realizada, la película ofrece la posibilidad de ser vista en clave contemporánea, igual que sucede con no pocos films etiquetados como “clásicos” y confinados en ese apartado mental: me refiero a la crisis de un concepto del capitalismo y al nacimiento de otro, surgido de las ruinas de aquel. El banquero Gino Moretti ha llevado su negocio cobrando intereses abusivos, dando la espalda a la legislación como un mafioso, lo cual le pone en el punto de mira de los inspectores del Fisco. Tras haber sido juzgado y condenado, sus otros tres hijos se hacen cargo del negocio limitándose para ello a readaptar su pensamiento de usureros a las exigencias legales, aunque en el fondo siguen haciendo lo mismo que su padre, por mucho que ahora estén legalmente amparados, no son mejores que el viejo. La idea del progreso y del crecimiento capitalista que tiene Gino Moretti esta resumida ingenuamente en su asociación del crecimiento “horizontal” con el llamado Viejo Mundo y del crecimiento “vertical” con el llamado Nuevo Mundo: la oda al “building” como símbolo del Poder, en prepotente expansión hacia las alturas aunque tengan cimientos tan frágiles como lo que representan y en sus entrañas se cultive la avaricia, la explotación de los demás y la corrupción, como hoy mismo.