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Antonio Morales rating:
9
Horror Spoiled socialite and notorious practical joker Melanie Daniels is shopping in a San Francisco pet store when she meets Mitch Brenner. Mitch is looking to buy a pair of love birds for his young sister's birthday; he recognizes Melanie but pretends to mistake her for an assistant. She decides to get her own back by buying the birds and driving up to the quiet coastal town of Bodega Bay, where Mitch spends his weekends with his sister and ... [+]
Language of the review:
  • es
September 16, 2013
10 of 13 users found this review helpful
Resulta curioso que las dos películas de los años sesenta que incorporan los mejores avances técnicos, ambas norteamericanas, una es “Los pájaros”, la otra “2001, Una odisea…”, se planteen la misma cuestión, lo desconocido por el hombre. Mientras, posteriormente, Kubrick planteará el intento de reflexión existencial sobre el misterio, Hitchcock pondrá en imágenes, cinco años antes, al miedo ante el mismo. Hitchcock, conocedor a fondo de la naturaleza humana y un hipocondríaco de cuidado, sabía muy bien que lo que más puede impresionar e inquietar al hombre es lo desconocido.

“Los pájaros” es algo así como una odisea terrorífica que comienza como una comedia sofisticada, diálogos ingeniosos en esa pajarería de San Francisco (Hitchcock hace su cameo habitual portando dos perritos blancos) donde se encuentran los protagonistas por primera vez, para derivar hacia el cine de terror, por una amenaza irracional. Se trata de una película enigmática y hermética que resume a la perfección las nuevas inquietudes del maestro y su poderosa capacidad de abstracción, que hace que sus películas sean cada vez más sobrias y desnudas; una creciente afición a la parábola moral, expresada casi siempre a través de una puesta en escena construida a base de silogismos afilados y cortantes.

Tras la realidad cotidiana, se esconde el abismo insondable de lo que nunca podremos entender, pero que a la vez puede ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos. Y eso es precisamente, en mi opinión, lo que pretende la película, tras su inofensiva apariencia de un simple film de terror. Por una parte, el retrato de un grupo humano tiranizado por la neurosis, por la búsqueda vana de cariño y amor, por la imposibilidad de una relación fluida con los demás. Por otra, la repentina aparición de un fenómeno extraño, los pájaros asesinos del título, que da cuerpo a esas obsesiones, las materializa hasta convertirse en un símbolo.

Unos personajes recurrentes en el universo del cineasta: la madre posesiva, el macho ambiguo, la rubia reprimida, la amiga insatisfecha, perfilados ahora con tal nitidez de contornos que la película acaba transformándose en una fascinante pieza de cámara, algo así como, la fragilidad de las apariencias. Gracias a la estupenda fotografía de Robert Burks influenciada por la pintura de Edward Hopper, gran cinéfilo amigo de Hitchcock, el cual recrea el ambiente de San Francisco y Bodega Bay. Los efectos especiales para la época están muy logrados así como los efectos de sonido de los pájaros supervisados por Bernard Hermann. Por lo anteriormente expuesto, se hace imprescindible reconocer que Hitchcock fue, algo más, mucho más que un “mago del suspense”.
Antonio Morales
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