No es una película de traca, pero sí es lo bastante entretenida y simpática para amenizar una tarde cualquiera. Cameron dejó fluir su solvente vena para la acción y, aprovechando el tirón de su antiguo actor fetiche Arnie, así como el reclamo de una sensual y divertida Jamie Lee Curtis, filmó un espectáculo convencional sobre espías secretos, persecuciones, tiros, explosiones, redes mafiosas y amenazas internacionales.
Su punto fuerte, aparte de la bien lograda acción (tan delirante como cabía esperar), son los momentos humorísticos. Jamie Lee no sólo deja K.O. (tanto a Arnie como a buena parte de los espectadores a quienes les ponga ver un cuerpazo de escándalo) y arranca risas con un striptease tan explosivo como accidentado, sino que hace reír hasta el final. El ama de casa aburrida, que cree que su marido es un empleado de una empresa informática que se pasa la vida viajando de congreso en congreso, y que incluso flirtea bastante desastrosamente con la infidelidad con un Bill Paxton hilarante... Para acabar descubriendo que no conocía a su marido, quien para protegerla no le había revelado su verdadero trabajo, y que no sabía que está casada con una especie de Rambo.
Si es que todos necesitamos un poco de emoción... Y la desilusionada esposa se dará cuenta de que sus tiempos de monotonía están a punto de terminar.
Y es que el alarmado Arnie hará lo que sea para no perder a su mujer.
Lo dicho, si quieres emoción... Pon un espía en tu vida.