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Vivoleyendo rating:
9
6.3
18,816
Comedy. Fantasy
Jerry (Jack Black) is a junkyard worker who attempts to sabotage a power plant he suspects of causing his headaches. But he inadvertently causes his brain to become magnetized, leading to the unintentional destruction of all the movies in his friend's (Mos Def) store. In order to keep the store's one loyal customer, an elderly lady with a tenuous grasp on reality, the pair re-create a long line of films including The Lion King, Rush ... [+]
Language of the review:
- es
May 12, 2008
11 of 21 users found this review helpful
Michel Gondry sacude a carcajadas al respetable con esta pequeña rayada que tiene ese añejo sabor al encanto de lo entrañable y, por qué no, de lo cutre y de lo freak elevados a la enésima potencia.
Gondry disfraza de comedia disparatada cierto regusto a melancolía y a una nostalgia absurdamente heroica que pugna por recuperar y mantener a flote ciertos valores ya en desuso en nuestra civilización tan automatizada (y concretamente el mayor guiño se hace a la industria cinematográfica), como la imaginación, la creatividad, el trabajo artesanal aprovechando cualquier material, la conservación de algunas tradiciones, la solidaridad y el verdadero y simple disfrute mientras se contribuye a hacer un poco más felices a los demás.
En un comienzo con imágenes de película antigua en blanco y negro y voz en off que ya promete risas, Gondry nos introduce en Passaic, una pequeña ciudad provinciana de Nueva Jersey que no tiene nada de particular. Tan sólo el hecho de que el señor Fletcher, dueño de un videoclub, siente pasión por Fats Waller, un músico de jazz neoyorquino cuya historia él está decidido a trasladar a Passaic y, concretamente, al vetusto edificio en el que él regenta su modesto negocio. Pero sus intentos por despertar el interés de potenciales clientes y atraerlos hacia su decadente negocio de alquiler de películas en formato VHS (hoy día ya en extinción frente al DVD) no consiguen sus frutos y su negocio se hunde en la miseria, mientras las autoridades amenazan con derribar el viejo edificio, que casi se cae a pedazos. El señor Fletcher, el cual vive en un pasado jazzístico glamouroso imaginario y que se niega a marchar con los tiempos actuales del DVD y de las grandes franquicias que absorben las pequeñas empresas, necesita mucho dinero para reformar su edificio si no quiere que los sueños de toda su vida se vean derribados y reemplazados por un moderno e impersonal bloque de viviendas.
Durante una ausencia del dueño, Mike, su sobrino y ayudante de pocas luces, se queda a cargo del videoclub y Jerry, amigo de Mike y el cliente más freak, se las arreglará, con sus extrañas paranoias, para acabar estropeando todas las cintas de la tienda. Ante el problema que se plantea, adoptan una decisión desesperada: rodar ellos mismos las películas y alquilárselas a los clientes. El nuevo sistema, sorprendentemente, empieza a cosechar un éxito inaudito y muy pronto se formarán largas colas de clientes y de personas dispuestas a colaborar en la realización de las películas caseras.
Resultado: Un divertido, simpático y nostálgico homenaje a la fábrica de magia y sueños que es el cine, una mirada cargada de emoción hacia el pasado, un derroche de imaginación que nunca debería perderse definitivamente frente al zarpazo de la codicia y de los veloces tiempos que corren, y un ensalzamiento a los sentimientos de unidad, de trabajo en grupo para obtener un fin común que no sea simplemente lucrativo, sino más bien sentimental.
Gondry disfraza de comedia disparatada cierto regusto a melancolía y a una nostalgia absurdamente heroica que pugna por recuperar y mantener a flote ciertos valores ya en desuso en nuestra civilización tan automatizada (y concretamente el mayor guiño se hace a la industria cinematográfica), como la imaginación, la creatividad, el trabajo artesanal aprovechando cualquier material, la conservación de algunas tradiciones, la solidaridad y el verdadero y simple disfrute mientras se contribuye a hacer un poco más felices a los demás.
En un comienzo con imágenes de película antigua en blanco y negro y voz en off que ya promete risas, Gondry nos introduce en Passaic, una pequeña ciudad provinciana de Nueva Jersey que no tiene nada de particular. Tan sólo el hecho de que el señor Fletcher, dueño de un videoclub, siente pasión por Fats Waller, un músico de jazz neoyorquino cuya historia él está decidido a trasladar a Passaic y, concretamente, al vetusto edificio en el que él regenta su modesto negocio. Pero sus intentos por despertar el interés de potenciales clientes y atraerlos hacia su decadente negocio de alquiler de películas en formato VHS (hoy día ya en extinción frente al DVD) no consiguen sus frutos y su negocio se hunde en la miseria, mientras las autoridades amenazan con derribar el viejo edificio, que casi se cae a pedazos. El señor Fletcher, el cual vive en un pasado jazzístico glamouroso imaginario y que se niega a marchar con los tiempos actuales del DVD y de las grandes franquicias que absorben las pequeñas empresas, necesita mucho dinero para reformar su edificio si no quiere que los sueños de toda su vida se vean derribados y reemplazados por un moderno e impersonal bloque de viviendas.
Durante una ausencia del dueño, Mike, su sobrino y ayudante de pocas luces, se queda a cargo del videoclub y Jerry, amigo de Mike y el cliente más freak, se las arreglará, con sus extrañas paranoias, para acabar estropeando todas las cintas de la tienda. Ante el problema que se plantea, adoptan una decisión desesperada: rodar ellos mismos las películas y alquilárselas a los clientes. El nuevo sistema, sorprendentemente, empieza a cosechar un éxito inaudito y muy pronto se formarán largas colas de clientes y de personas dispuestas a colaborar en la realización de las películas caseras.
Resultado: Un divertido, simpático y nostálgico homenaje a la fábrica de magia y sueños que es el cine, una mirada cargada de emoción hacia el pasado, un derroche de imaginación que nunca debería perderse definitivamente frente al zarpazo de la codicia y de los veloces tiempos que corren, y un ensalzamiento a los sentimientos de unidad, de trabajo en grupo para obtener un fin común que no sea simplemente lucrativo, sino más bien sentimental.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Con su habitual afición a experimentar con la imagen en la que los efectos especiales tienden a sustituirse por una gran variedad de trucos ópticos creados a partir de materiales sencillos (como ya hizo en "La ciencia del sueño"), Gondry resalta el encanto de los pequeños detalles cutres, de aquello que se hace aprovechando cualquier recurso, y el encanto de lo que se hace con corazón, aunque el resultado no sea precisamente impecable.
De este modo, el director francés compone una de sus características cintas chocantes y sorprendentes, en este caso desde un plano brillantemente cómico, sin descartar lo absurdo ni lo hilarante, que esconde al fondo todo eso que late en cualquiera de nosotros: añoranza por lo que se fue y nunca se podrá recuperar.
Y que también nos invita a reinventarnos a nosotros mismos.
De este modo, el director francés compone una de sus características cintas chocantes y sorprendentes, en este caso desde un plano brillantemente cómico, sin descartar lo absurdo ni lo hilarante, que esconde al fondo todo eso que late en cualquiera de nosotros: añoranza por lo que se fue y nunca se podrá recuperar.
Y que también nos invita a reinventarnos a nosotros mismos.