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Vivoleyendo rating:
6
Drama. Romance Andreas, a man struggling with the recent demise of his marriage and his own emotional isolation, befriends a married couple also in the midst of psychological turmoil. In turn he meets Anna, who is grieving the recent deaths of her husband and son. Andreas and Anna pursue a love affair, but he remains disconnected and her delusions surface. Meanwhile, the island community is victimized by an unknown person committing acts of animal cruelty. [+]
Language of the review:
  • es
August 9, 2010
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Andreas sabe que es inútil huir de su yo, de su memoria, pese a que hace el vano intento de creerse más seguro en esa casa solitaria en la isla. Ellis y Eva representan el papel del matrimonio para engañarse con la ilusión de compañía, cuando la realidad es que están solos. Y Anna flota en su fantasía de mentiras sobre su vida anterior, la que concluyó trágicamente con el fallecimiento de su familia.
La esposa de Andreas salió de escena en algún momento indeterminado del pasado, y ahora él lleva su rutina de la casa y las tareas sin más alicientes visibles. De vez en cuando se cruza con su vecino Johan.
Ellis, Eva y Anna se instalan temporalmente en una casa cercana y traban amistad con Andreas. Pronto surgen las pasiones subrepticias, hilos finos y suplicantes como los de náufragos aferrándose a una tabla. Buscando tal vez un consuelo que es como un veneno de adictivo sabor que deja unas secuelas de amargor en la lengua y pesadez en el espíritu.
La soledad, la desesperanza, el fingimiento y el escepticismo presiden el reducido espacio de los personajes en la isla rodeada por un mar que acentúa los ecos de los silencios, de las palabras no dichas, de las verdades disfrazadas o acalladas, de los engaños autoinducidos y aceptados. Destinados a lastimarse en la sucesión de los días a fuerza de alejarse unos de otros, de disimular, de interpretar el papel de la normalidad. El estallido está próximo. Se intuye en el aire. Nada marcha bien. Alguien se dedica a torturar y matar a los animales del vecindario. Alguien está asumiendo el rol de la brutalidad que en la mayoría permanece latente, subyacente, volcándola en las pobres criaturas inocentes. Ellas pagan por la infelicidad de esos seres autodestructivos que sienten impulsos asesinos, que son la especie que tortura y mata por simple capricho, por maldad, por aburrimiento vital. El hombre. El mismo que acorrala a sus congéneres humanos más débiles, más indefensos, en busca de un chivo expiatorio para librarse de la propia culpa, y retribuir la violencia con más violencia.
En ese marco sangriento Anna y Andreas caen en otra mentira más de vida en pareja, haciendo como que son amantes conviviendo en armonía, pero que son los náufragos perpetuos que jamás aferrarán tabla alguna.
El mar, testigo susurrante, nada cuestiona, nada pregunta, nada responde, nada reprocha, ni siquiera proporciona solaz, dejando que sean esos extraños seres los que se hagan polvo a sí mismos y entre ellos.
Pocas cosas habrá más penosas que la soledad compartida.
Vivoleyendo
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