Coincido con Fernando Morales: es un drama romántico lleno de encanto. Lo vi por primera vez hace doce años en el cine y la verdad es que aquellos abrumadores escenarios naturales, acompañados de la hermosa banda sonora de Maurice Jarre y, para qué negarlo, un encantador, dulce y sencillo Keanu Reeves (he de confesar que me gusta mucho más en este tipo de papeles que cuando sale en películas de acción) e incluso una arrebatadora Aitana Sánchez-Gijón (con su hechizadora belleza), un Anthony Quinn siempre natural y destacable y un convincente Giancarlo Giannini, completan un drama agradable de ver. Creo que su principal virtud es la sencillez que destila, el aura romántica que envuelve al espectador con suavidad y delicadeza.
Me encantan las escenas de la cosecha y de la vendimia, tal y como se comenta por ahí están repletas de magia, en esos momentos realmente uno cree que cualquier cosa es posible, sentimos la fuerza y la pasión de la madre tierra que corre por las venas de la gente que recoge sus frutos y la venera con ritos tribales ancestrales, casi tan antiguos como la humanidad. Podemos experimentar el influjo de esa luna llena que despierta los deseos más profundos y yo, la verdad, quisiera estar allí bailando dentro de una tina llena de uvas pisoteadas para un Keanu Reeves que me contemplara lleno de arrobo y amor. En fin, cursiladas aparte, que sí, que es una película preciosa y a cualquiera que sea capaz de ver un drama romántico seguro que le gusta.
No será un drama de los mejores, pero se deja disfrutar y deja una buena sensación en el cuerpo. Recomendable.