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Vivoleyendo rating:
8
Drama Back in the late ’80s, Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) was a headlining professional wrestler. Now, twenty years later, he ekes out a living performing for handfuls of diehard wrestling fans in high school gyms and community centers around New Jersey. Estranged from his daughter (Evan Rachel Wood) and unable to sustain any real relationships, Randy lives for the thrill of the show and the adoration of his fans. However, a heart ... [+]
Language of the review:
  • es
March 7, 2009
16 of 19 users found this review helpful
El singular Aronofsky da un nuevo giro y en esta ocasión aborda el declive de una vieja gloria del combate cuerpo a cuerpo sobre el ring.
Sobre el cuadrilátero, dando un espectáculo de lucha en el que él ha sido siempre un experto, los vítores de ese público entusiasmado se transforman en amigos verdaderos, en la única familia que Randy "The Ram" Robinson realmente ha llegado a conocer.
El éxito le ha seguido por los rings y una legión de fans le adora sin condiciones. El tiempo ha pasado dejando su factura.
Ahora Randy ya no es joven, hace veinte años que libró su lucha más mítica, y sale del paso pluriempleado alternando un trabajo corriente con algún modesto combate.
Aronofsky se coloca a un lado y se hace casi invisible, rodando cámara en mano con sencillez para resaltar el inusitado talento que Mickey Rourke demuestra (junto con la sensual y magnética Marisa Tomei) en esta bella y dolorosa obra sobre un hombre que ha perdido ciertas batallas en la vida, batallas esenciales, pero que aún así no se deja derrotar y continúa peleando por lo que realmente le importa. Aunque haya cosas que no cambien, porque seguimos siendo lo que somos hasta la tumba.
Un hombre que se ha equivocado en muchas cosas, que abriga esperanzas de mejorar un poco, que sueña con conquistar un amor difícil... Que ha llegado a ese momento crítico en el que decidir si continuar o retirarse, en el que uno abre los ojos a la verdad de lo que queda en el presente y de lo que se marchó tiempo atrás.
Randy emociona con su honrada humanidad, con su carga de fracasos y con esa sinceridad que desarma. El perdedor que hay en él desaparece bajo los aplausos que nunca decaen, bajo sus pantalones chillones y bajo sus músculos castigados e imponentes. Y también desaparece ante mis ojos, aunque sea casi imperceptiblemente, cuando pide perdón por todas esas cosas que tanto lamenta.
En este ring que vivimos día a día, a veces somos ganadores, casi siempre perdedores.
Y los golpes más duros serán los que el corazón nos inflija.
Vivoleyendo
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