Se trata de un filme raro, expresamente para amantes de la música clásica y sobre todo para entendidos en ella.

El director Portabella, entremezcla la música del genial compositor alemán, con la gente de hoy en día que se dedican a la música o están relacionados con ella en algún sentido.
Es una película interesante donde los instrumentos a veces tocan solos y nos deleitan con las composiones casi divinas de Johann Sebastian Bach (Eisenach, Turingia, 21 de marzo de 1685 – Leipzig, 28 de julio de 1750).

Bach fue un organista y compositor de música del Barroco, miembro de una de las familias de músicos más extraordinarias de la historia (con más de 35 compositores famosos y muchos intérpretes destacados).

Su reputación como organista y clavecinista era legendaria, con fama en toda Europa. Aparte del órgano y del clavecín, también tocaba el violín y la viola de gamba.

Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la música barroca y una de las cimas de la música universal y del pensamiento musical occidental. Bach es el último gran maestro del arte del contrapunto, fuente de inspiración e influencia para posteriores compositores y músicos desde Mozart pasando por Schoenberg, hasta nuestros días.

Sus obras más importantes están entre las más destacadas y excelsas de la música clásica universal. Entre ellas cabe mencionar los Conciertos de Brandeburgo, el Clave bien temperado, la Misa en si menor, la Pasión según San Mateo, El arte de la fuga, La ofrenda musical, las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor, las Cantatas sacras 80, 140 y 147, el Concierto italiano, la Obertura francesa, las Suites para violonchelo solo, las Sonatas y partitas para violín solo y las Suites orquestales.

La película de Portabella, es un homenaje a J.S.Bach, pero la construye de un modo que resulta aburrida, un plomazo para el gran público que va al cine.