La serie funciona y sí, engancha, porque ya no estamos en los 90 y tenemos que adaptarnos a nuevos espectadores y nuevas generaciones para los que las películas, increíbles, de Wes Craven, están, desgraciadamente obsoletas. Así que, damos un nuevo giro a la historia, metemos móviles de última generación, IPod, YouTube, un grupo heterogéneo de jóvenes. Pero la esencia sigue siendo la misma. Por eso tenemos a la virgen, una Willa Fitzgerald bastante aceptable como Emma (aunque nada comparable a Neve Campbell) y su grupo de amigos perfectos; Brooke (Young), Will (Weil) y Jake (Maden), a los que más tarde se unirán los frikis Audrey (Bex Taylor-Klaus) y Noah (Karna); después aparecerá el novio gallito, Kieran (Serafini) y el nuevo (y siempre sospechoso en un slasher), Stavo (Santiago Segura –al que nombre y apellidos en nuestro país no le hacen justicia-). Giros inesperados, muertes violentas, humor negro (haciendo un homenaje a su creador original, Craven), gritos, huidas, muy buena banda sonora y muy buena fotografía hacen de ella una serie fresca para los que nos gusta el género Slasher.