¿A quién no le ha ocurrido alguna vez que se ha encontrado en uno de esos puntos de declive de una fiesta y varios colegas se juntan y empiezan a decir cosas un poco surrealistas? Cuanto más, si los dones de Baco han corrido, los disparates se suceden, generalmente siendo muy aplaudidos por la concurrencia. Pero, en frío, el día siguiente, aunque algunos de los gags propiciados seguirían siendo graciosos, otros, superado el efecto del desmadre, quedarían fríos.

"Four Rooms" es una sucesión de esas ocurrencias por parte de cuatro directores y sus equipos, con momentos descompensados, altibajos y un reparto desaprovechado. Aquí me gustaría partir una lanza por un cineasta al que golpeo mucho generalmente, Robert Rodríguez, sin duda su historia es una de las más impactantes y sabe sacar mucho jugo de un sobre-actuado y muy divertido Antonio Banderas. Su estilo gamberro parece haber nacido para el corto y aquí, creo que es el mejor, aunque igual que la tetralogía, tenga momentos de mal gusto y descoordinación a la hora de enfocar al personaje de Ted (Tim Roth es un actor maravilloso pero aquí está hiperbólico hasta extremos cansinos).

Entre brujas, hijos de mafioso y matrimonios con violentos juegos sexuales, tenemos incluso el cameo del propio Quentin Tarantino, quien siempre me ha parecido mucho mejor actor de lo que se suele decir. Nuevamente, en muchos diálogos y escenas, uno se siente ante chistes privados de una pandilla de amigos ingeniosa pero que no ha puesto las suficientes notas a pie de página.

Este Sacarino de motivación monetaria puede disfrutar de Madonnas nigromantes cuanto quiera, pero da la sensación de que esta idea, esta buena idea, no ha sido lo suficientementemente aprovechada.