Con un presupuesto mínimamente superior a Las aventuras de Tadeo Jones (12,5 milllones de euros), el film de Enrique Gato es un pequeño paso hacia adelante para la animación española. Pero la falta de riesgo, de inventiva y de imaginación hace que estemos ante una gran oportunidad perdida. El previsible libreto de Jordi Gasull es uno de los principales responsables de que Atrapa la bandera sea una decepción constante. El segundo largometraje de Gato «al que no se le puede poner pegas en el aspecto técnico, aunque se eche en falta una animación más limpia y depurada» se trata de una película de animación muy esporádicamente divertida y moderadamente entretenida, pero con una historia claramente orientada al mercado internacional, previsble y monótona en su desarrollo, en la que molesta una inspiración excesiva en otras producciones. ¿A caso no recuerda más de la cuenta la hermana pequeña del protagonista a Boo de Monstruos, S.A.? Más excusable es que la presidenta tenga un parecido razonable a Sigourney Weaver. El villano «con voz de Dani Rovira» es una prueba de la incapacidad creativa y la carencia de humor que caracteriza a un guión que quiere ir a muchos sitios pero que no llega a ninguno.

Atrapa la bandera es un film de animación que defiende ante todo los valores familiares, la familia unida y la reconciliación entre los miembros de la misma, además de ser una pasable aventura espacial que cae simpática al espectador y que no falla en taquilla. Todo se reduce a un superficial entretenimiento del que solo recuerdo un instante genuinamente inspirado como el falso mito de la implicación en el complot de la NASA de Stanley Kubrick.