¡Cómo me identifico con el personaje tímido de esta película! La idea de que proviniera de un país exótico con cultura muy diferente a la de los Estados Unidos de los años sesenta era su justificación para comportarse de manera anormal, pero lo cierto es que yo he sido como él antes de volverme un huraño renegado. Me hace gracia que se comporte igualito a mí cuando mi timidez entre las gentes no me dejaba ser yo mismo: poniendo caras con sonrisa forzada, no saber qué decir... En fin, patético como él. Sin embargo, es adorable cómo la película encuentra belleza en un ser como ese, con apariencia simpática, por muy torpe que sea. Así que desde el minuto uno podemos considerarlo como el único personaje cuerdo en un mundo de avariciosos, por muchos desastres que su torpeza le lleve a causar.

Solo hay un personaje que, como el espectador, ha encontrado belleza en él, una actriz francesa que depende de complacer a su machista pareja para que le consiga papeles ambiciosos, pero cuando conoce al protagonista es como si sus problemas complejos se fueran volando con su compañía simple y frágil. Hay un nivel de realismo en esa narración sublime. Cierto que esta película parece que solo trata de una fiesta que va perdiendo su seriedad, pero esos detalles tan naturales encumbran a esta comedia sobre otras.

Cierto también que según va acabando ha perdido fuerza cómica, pero porque el personaje protagonista se ha redimido al final de la fiesta, ya no es un payaso, es una persona con dignidad.

Los gags cómicos son naturales, no son forzados, y eso los hace más graciosos. Se ven muy realistas debido a esa naturalidad.