Una historia perfectamente narrada, un contexto histórico creíble y espectacularmente recreado, algunas escenas sobrecogedoras y un tono de fábula infantil que al final pasa factura. Todo esto es "War Horse", una mezcla imposible de crónica de guerra y cuento para niños, muy buena en las dos facetas, pero del todo inverosímil en su mezcla.

Digamos que es como el chocolate salado. No está malo, pero bueno tampoco. Spielberg ha querido combinar sus dos facetas: la edulcorada e infantil (sin que esto sea nada malo) y la crónica descarnada de películas como "Salvar al soldado Ryan", pero puliendo las dos para que ninguna desentone. De este modo, no veremos en toda su crudeza la Primera Guerra Mundial, pero tampoco veremos a Joey el caballo cantando (es lo único que le faltaba).

Así que al final nos queda un entretenimiento bastante agradecido, pero lastrado por las incongruencias de unir dos componentes irreconciliables. La guerra es demasiado limpia y el caballo, a veces, parece haber ingerido la misma droga que César en "El origen del planeta de los simios". En el camino quedan muy buenas ideas, muy buenas pequeñas historias (no se pierdan la de los dos hermanos desertores y la de la niña enferma) y, sobre todo, la sensación fulminante de que hay cosas que no combinan por mucho que nos empeñemos.