Cyclo es una de esas películas que alguien te recomienda, la ves y...minutos después te preguntas: ¿Por qué no la descubrí yo?. En cuanto a la realización es acojonante, de veras.
El control sobre las miradas, los colores y el silencio son absolutos. Hace escala en el cerebro de todos y cada uno de los personajes de modo que, a veces, sin palabras, expresan mucho más de lo que otros directores serían capaces de conseguir en décadas con folios y folios de guión.

Nos encontramos ante un retrato totalmente realista sobre la pobreza, la prostitución y el amor en las condiciones más precarias habidas y por haber. Acostumbrados a ver macarras vestidos a la última, prostitutas de lo más estereotipadas y cine de lo más videoclipero Cyclo nos brinda grandes dosis de realidad, en las que la forma y el contenido encuentran la harmonía para ofrecernos una obra más que notable.