Me asombra leer calificativos como "transgresora" o "cruda" para este metraje al que no quiero calificar como película, ya que es más bien un telefilme barato, cutre, sin guion, con unos actores en estado de letargo, pero sobre todo infantiloide, es como ver "Las aventuras de Enrique y Ana", con un super-anti-héroe que quiere ser rebelde a base de comportarse como un niño de tres años.

Me asombro, de igual manera, ante el entusiasmo de algunos críticos, que celebran como algo positivo algo tan grave como la muerte del cine tal como lo conocemos. ¿Como ilusionarse con una cinta que no te crees en ningún momento?, ¿por qué jactarse de ello?, ¿para hacer reír?, yo no me reí en ningún momento, será porque no estoy muy interesado en pillar todas las referencias a la cultura friki que constituyen la única base del guion.

Mi pésame a los fans de la Marvel: las estupendas películas que hizo Sam Raimi con Spiderman fueron las mejores que vereís, desde que Disney y la cienciología a tomado en control de vuestra editorial, solo tendréis este tipo de bazofia.