Jason Statham se ha especializado en subproductos de acción, de esos que años ha llegaban a los videoclubs sin pasar por la salas de cine. La película que nos ocupa, remake de una cinta de asesinos a sueldo que en su día protagonizó Charles Bronson (sic), no es una excepción.

Statham da vida a Arthur Bishop, un frío asesino al que un buen día le encargan matar a su mentor y único amigo (Donald Sutherland), quien quiere a nuestro protagonista casi como a un hijo, ya que con el suyo, Steve (Ben Foster), no mantiene una buena relación.

Quienes se acerquen a este trabajo de seguro saben lo que les espera: montones de secuencias de acción a mayor gloria del protagonista de la saga Transporter. Desafortunadamente, el hilo argumental es terriblemente endeble (¡menuda sorpresa!) y tan sólo me atrevería a destacar la labor del dúo formado por Statham y Foster (paso de comentar la patética participación de Sutherland o que en este tipo de cintas las actrices se tengan que conformar con papeles de prostituta).