Era cuestión de tiempo que Adam Sandler y Jennifer Aniston coincidiesen en una comedia. Aquí el primero interpreta a un prestigioso cirujano plástico que tras un fuerte desengaño amoroso se convierte en un mentiroso compulsivo capaz de cualquier cosa con tal de ligar. Ella, por su parte, da vida a la ayudante de éste. Juntos vivirán una gran mentira para que él pueda enamorar a una bella joven llamada Palmer (Brooklyn Decker), pero dicha mentira se irá haciendo más y más grande, hasta tal punto que nuestros protagonistas corren el riesgo de que les explote en sus mismísimas narices.

La película se podría dividir en dos (amplios) actos a los que llamaremos bueno y malo. El bueno es el que sirve de inicio a la cinta, nos presenta a los protagonistas (haciendo especial hincapié en el pasado de él) y se ríe (con cierto tino) de los estragos de la cirugía plástica. El malo vendría a ser tanto el nudo como el desenlace de la historia, tiene lugar en Hawai y contiene todos los males propios de las comedias de enredo contemporáneas (gags con poca gracia, personajes que no aportan nada, previsibilidad…).

Sígueme el rollo es un trabajo bastante prescindible, pero en su favor diré que no es el peor llevado a cabo por su director, cuya filmografía incluye engendros como Os declaro marido y marido (I Now Pronounce You Chuck & Larry) o La salchicha peleona (Beverly Hills Ninja).