Uno de los últimos deseos del poderoso jefe de la mafia Primo Sparazza (Joseph Ruskin) es el corazón de Buddy Israel (Jeremy Piven), un famoso ilusionista que se ha creado grandes enemistados y testigo clave protegido por el FBI. El valor a pagar por dicho órgano es de un millón de dólares, por lo que pronto el hotel en el que se hospeda es invadido por mercenarios y cazarecompensas en busca de tan suculento botín. Dos agentes, Donald (Ray Liotta) y Richard (Ryan Reynolds), serán los encargados de protegerlo.

Ases calientes en una película de venganzas y tiroteos, una producción adrenalítica y rebosante de testosterona. Mezcla de la saga Ocean's y las primeras cintas de Tarantino, aunque no llega a gozar de la camaradería y "buenrollismo" de las películas protagonizadas por Clooney y Pitt ni dispone de los chispeantes diálogos del director de Pulp Fiction.

Carnahan dirige la cinta con soltura y un ritmo trepidante, acentuado por su acelerado montaje, lo que le confiere gran agilidad a las numerosísimas escenas de acción. Igualmente notable es su fotografía. Sin embargo las actuaciones no pasan de ser correctas (Andy Garcia, Alicia Keys, Ben Affleck) o sosas (Ryan Reynolds) en la mayoría de los casos. Siendo Jeremy Piven y Taraji P. Henson los que mejor notan sacan. El primero porque su personaje pasa durante el metraje por todos los estados de ánimo posibles con solvencia y la justa sobreactuación (la que el personaje requiere), y la segunda porque tiene los mejores diálogos. Entre su agraciada verborrea destacan la discusión con Georgia (Keys) sobre la habitación que deben alquilar o sus numerosas indirectas. Aunque no sería justo no reconocer a algunos personajes secundarios tan psicotrónicos como los semi nazis hermanos Tremor (Chris Pine, Kevin Durand y Maury Sterling) cuyas intervenciones son las más alocadas de toda la cinta.