A Barbarella (Jane Fonda) se le encomienda la misión de dar caza a Duran Duran (Milo O'Shea ), un científico loco que amenaza la paz con sus diabólicos experimentos. Para ello nuestra heroína (que mas bien parece una damisela en apuros) tiene que viajar con su nave espacial al planeta en el que supuestamente se encuentra éste, pero tras una severa avería se ve obligada a realizar una aterrizaje forzoso, lo que complicará su misión y además la enfrentará a extraños enemigos (muñecos caníbales incluidos) pero también crear importantes aliados, entre los que destacan Pygar (John Phillip Law), un ser ciego y de apariencia angelical (alas incluidas) cuya ayuda será crucial para localizar a Duran Duran.

En su época Barbarella llegó a ser una película de culto (amén de convertir a Fonda en todo un mito erótico), pero la verdad es que sus cualidad son limitadas y prácticamente se dedican a exhibir a la protagonista, definitivamente la película parece estar realizada para su único lucimiento. Así lo parece indicar la dirección de Vadim, más interesado en provocar que Fonda luzca ligera de ropa que en mostrar un relato de ciencia ficción con una línea argumental sólida, puesto que la acción salta de un lugar a otro con inusitada despreocupación

Dejando a un lado lo anteriormente citado Barbarella constituye toda una rareza dentro del género, con sus escenarios imposibles que se debaten entre la ordinariez y lo Kitsch (véase como ejemplo la nave que conduce Barbarella, forrada de pelo y presidida por una escultura y varias pinturas que da un aire ciertamente bizarro), su desigual banda sonora (que en ocasiones parece más propia de formar parte de cualquier película española de la época del destape que de una película de fantasía) y su disparatado devenir,