La película arranca cuanto menos de forma atrayente. Nos sitúa en una clínica donde se asiste el suicidio para el que no desee seguir viviendo y además subvencionada por el gobierno, para tener este factor controlado y además exento de violencia. Nos presentan al doctor y a los variopintos personajes que van allí para tal fin, siendo a cual más excéntrico y cuanto menos, si no desquiciado mentalmente, resultando “especial”. Como digo, la idea es interesante e incluso nos regalan durante su metraje algunos puntazos divertidos de humor negro, pero se quedan en simples pinceladas. Al final se va disolviendo, se va tornando un despropósito y resulta algo pasada de rosca, con un intento de crítica social final que resulta metida con calzador y aunque no sean necesarias explicaciones a diferentes cosas, si que no hubiera estado de más saber más sobre las motivaciones de unos y otros.

Un 4’5

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