Decir que esta película me decepcionó cuando ya no me esperaba gran cosa de ella sería mentir. No está peor de lo que me imaginaba pero tampoco mejor.

Su problema principal es que todos sus personajes caen muy mal, en especial los dos niños protagonistas. Se salva el abuelo y, en especial, el lagarto del amigo gordo del protagonista que es el auténtico roba-escenas de la película. También el malo empieza bien (en el momento que aparece se sabe que va ser el malo) pero luego se hace muy cargante. Se echa en falta también un personaje femenino con voluptuosas formas como la arqueóloga de Tadeo Jones pero se ve que aquí su director quiso que su público mayoritario fueran los niños que, al fin y al cabo, van a llevarse a sus padres al cine con ellos.

Nada que criticar a la animación de la película, aunque el guión pudieron trabajárselo un poco más. Vale que es una película dirigida a niños, pero que los protagonistas se cuelen con tanta facilidad en la NASA o que justamente hubiese trajes de astronautas a su medida en la nave no se lo creen ni ellos. Puedo tragarme un lagarto con escafandra improvisada en el espacio, pero lo otro no.

Pese a esto la película tiene detalles con los que llego a emocionarme, ya sea porque estaba muy emotivo o porque ellos lo eran (posiblemente más lo primero que lo segundo) pero ese abuelo cascarrabias que llevaba sin hablarse 30 años con su hijo me hizo soltar alguna lagrimita, aunque las razones que da explicando el porque sean más bien de risa. Claro que en la vida real también sucede igual cuando nos enfadamos con alguien: Vemos un daño que cuando se cuenta, la persona que escucha le parece una tontería. También me gustó ver a Hillary Clinton de presidente de los USA.

La escena de los lacasitos está copiada del capítulo de Los Simpsons con Homer en el espacio.