Lo peor que puede pasarle a sagas tipo Sharknado es perder la gracia y, lamentablemente, esta última parte no se la encuentra por lado alguno. Quizás el querer rizar tanto el rizo, quizás el cuanto más mejor, quizás el liarse en su propia historia y creerse mejor de lo que realmente es, dejan esta parte a la altura de la tercera película de la saga.

Es cierto que el tema de los campos se les da muy bien y es cuando más bien funcionan los guiños. Impagable ese encuentro entre Tori Spelling e Ian Ziering con simpático guiño a Sensación de vivir.

Pero poco más se puede destacar de una película que con tanto salto en el tiempos, alguno totalmente prescindible y otros que aburren por repetitivos, al final lo destacable es la época de Camelot con una Morgana divertidísima y la revolución americana con un impagable Benjamin Franklin. Todo lo demás prescindible y aburrido. Y, lo peor, demasiado kargo, pese a durar apenas 80 minutos.

Nunca un título que pretende ser gracioso y reírse de si mismo, fue tan acertado. Ese " Ya era hora" es una verdad grande como un templo.