'Excalibur' (1981) no es una película que contenga grandes secuencias de acción. En ese apartado, cuando la historia así lo requiere, los enfrentamientos entre caballeros han quedado anticuados, lejos de gran emoción y espectacularidad. Claro que esto, es una simple nimiedad, una anécdota comparado con lo que ofrece el guión, y la dirección de John Boorman.

Frente a lo anterior, toda la épica de la aventura y fantasía, colma sus mínimos defectos. Un guión que se pierde entre el verde de misteriosos parajes, una "pesadillesca" niebla, y personajes que encuentran inevitables traiciones, glorias eternas, e incluso la peor de las suertes. Esquemáticamente, 'Excalibur' es perfecta. Toda la primera hora, acontece el origen, y un breve capítulo sobre el joven protagonista Arturo. A continuación, el posterior camino al trono junto a sus fieles caballeros. El segundo período de la historia es aún mejor. Adquiere un descatado y atrayente drama que forma un puente con el fantástico, todo encajando a la perfección. La ambientación es la idónea para un tema como el aquí presente; espada y brujería.

Finalmente, la narrativa es tan ágil que solo queda embarcarse durante dos horas y veinte en una de las epopeyas más entretenidas y formidables que el cine ha producido. No volver a verla es delito.