Andy está a punto de ir a la universidad y su madre decide donar sus juguetes a una guardería. Allí estos conocerán juguetes nuevos y tendrán una aventura llena de obstáculos.
Mas allá de todo el tema de la vida que cobran los juguetes, lo más extraordinario de esta película en particular, es que enseña una cosa: nunca dejen de ser niños. Crezcan, ya que eso es inevitable; sean adultos, vayan a la uni; pero nunca dejen de jugar, nunca dejen de reír, nunca dejen de disfrutar de los momentos más simples de la vida, nunca dejen de soñar; siempre conserven el alma de un niño.
Este emocionante filme te toca cada parte sensible de tu cuerpo, te hace reír y te hace llorar; te da nostalgia y la misma vez alegría. El ver estos juguetes que fueron parte importante de la infancia de todos a través de una pantalla y saber que Andy ya creció y va a la universidad, por lo que sus juguetes irán a una guardería; quiere decir que se separará de ellos, de los juguetes de su vida. Esto también te muestra: por más que crezcas, tus cosas las pueden heredar otras generaciones y que mejor que los niños de una guardería para eso.
Los valores juegan una parte importante en esta película, la amistad y el compañerismo son los principales de ellos; así hayan momentos en el que se presentan malos ratos, los verdaderos amigos siempre estarán allí, apoyándote. Por otro lado, la mayoría de veces, los niños comprenden mejor las cosas que "la gente grande" gracias a esa esencia que poseen ellos, a su inocencia y a su magia y esto no los demuestra esta peli. Como se mencionó anteriormente, nunca dejar de ser niños es primordial, ya que, los niños perdonan rápido, aman sinceramente, entienden lo que está bien y lo que no.
En fin, una montaña rusa de emociones que nadie se debería perder. El hecho de imaginar que los juguetes podrían cobrar vida, siempre será la ilusión y el deseo más bonito, sin importar la edad, será siempre una fantasía.