¿Película para niños muy adultos o para adultos aniñados? No sabría entre qué clase de público situar esta subespecie de musical... Y digo subespecie porque catalogarla como musical me parece incorrecto después de haber soportado pacientemente dos horas de canciones y melodías repetitivas, monotemáticas y nada pegadizas (de hecho acaban resultando cansinas). Más que una película musical, es un videoclip de dos horas creado para dar imagen a una canción muy larga, con pequeñas pausas teatrales que cuentan una historia enrevesada y, en mi más humilde opinión, absurda.

Sobre lo que mencioné al comienzo de esta crítica: es así de cierto, soy incapaz de averiguar hacia qué clase de personas se supone que va destinado este filme, ¿a grandes, medianos o pequeños? Desde el primer fotograma, analizando bien personajes, escenas, diálogos y el argumento en general, ya se puede apreciar claramente cómo todo está dotado de cierto aire "infantiloide", llegando a ser a veces un largometraje muy cartoon e ilógico, llenito de actuaciones tan sobreactuadas y cómicas que hacen que resulte imposible tomar a los personajes en serio y quedándonos con una película de dibujos animados a la que le han puesto una careta de carne y hueso. Sin embargo, tampoco podemos juzgar esta película como pueril e inocente solo porque la obra sea una fusión de cuentos infantiles, dada la violencia y malos ejemplos de conducta que se presentan en ella. Por ejemplo, muchos de nosotros conocemos el macabro final de las hermanastras de Cenicienta en el cuento original (no en la versión animada de Disney), pero para quienes no sepan a qué me refiero, solo desvelaré que se trata de una escena demasiado sangrienta como para ser presenciada por niños y, aunque los momentos más gore no se llegan a mostrar explícitamente y toda la agresividad queda suavizada, el hecho, el resultado, el mensaje; sigue estando ahí, bien presente, pudiendo llegar a perturbar las mentes infantes más sensibles. Entonces, volviendo al principio, podría describir Into the Woods como exageradamente tonta y aniñada para el público medio y adulto, pero demasiado oscura y "creepy" para los más pequeños. Por no hablar de que dudo que haya muchos niños capaces de aguantar dos horas de cancioncitas sin bostezar del aburrimiento.

Ahora bien, si he de otorgar algún punto favorable, iría destinado al apartado técnico más básico: buenos planos de cámara, buena iluminación, buen trabajo de vestuario (no tanto de maquillaje) y unos efectos especiales decentes. No obstante, no podemos decir lo mismo en cuanto a escenarios, ya que el 90% de la película se desarrolla en el bosque, como bien se puede deducir del título. A parte de árboles, árboles y más árboles, el resto de lugares donde se desarrolla la acción son escasos y pobres, dejándonos además con las ganas de conocer muchos otros escenarios a los que se hacen referencia oral pero que no llegamos a ver nunca.

En conclusión, es una adaptación estéticamente hermosa a grandes rasgos, pero por todo lo demás creo que deja mucho que desear y NO funciona como película. Quizás los amantes este género sean capaces de apreciar la esencia de la versión cinematográfica de Into the Woods y sumergirse en ese ambiente clásico de cuento de hadas, pero para quienes busquen un entretenimiento visual más actual y habitual, no la recomiendo en absoluto.

Atentamente, una espectadora muy decepcionada.

Una serie de sketches estúpidos sin ninguna gracia, representados por un reparto de actores muy mediocres muy mal elegidos. A pesar de que la serie cuenta con sus típicos personajes cliché (el gordo, la choni, el pervertido, la pija, etc.), estos no funcionan, no crean un buen conjunto humorístico y lo que al final yo veo en la pantalla es más bien un batiburrillo de personajes de dibujos animados intentando hacerse destacar.

Por cierto:
1. No entiendo qué pinta Patricia Conde en una teleserie si no sabe actuar. ¡Ah, claro!, ¡tetas!
2. Tampoco logro entender por qué Mar Abascal está ahí, ni cómo le permiten hacer lo que hace: GRITAR, gritar sin parar. Esa mujer no actúa, no interpreta, no es natural, es una señora nerviosa gritando cada frase que dice.

George Miller se ganó un hueco en mi corazón con «Mad Max: Fury Road», pero después de soportar este largo de animación me cuesta creer que fuera del mismo director. En mi opinión es aburrida y mediocre.

Vi la película por curiosidad y lentamente se me fueron pasando las ganas de seguir prestándole atención... ¡pero aguanté hasta el final!, todo para poder decir "se merece un bonito 3 en FA". Tal vez habría llegado a un 5 pasable, porque la historia no está mal, tiene su encanto y sus valores, pero de algún modo se las arreglaron para alargar el filme decorándolo de la manera más pomposa posible, con demasiadas canciones, demasiada epicidad, demasiada cursilería...

La gota que colmó el vaso: cuando el pingüinito chiquitín y adorable se puso a cantar... ese sintetizador de voz pitcheado a más no poder y ese pequeñajo moviéndose y actuando como si fuese el mismísimo Pavarotti, perdió todo su encanto en un abrir y cerrar de ojos.

Me he pasado media película rezando para que no volvieran a cantar más. Tal vez si te gustan mucho los musicales y los pingüinos seas capaz de opinar bien sobre esta película, pero no te vayas a esperar una obra maestra de la animación.

Con una banda sonora variada, hermosa, romántica y juvenil, Uta no Prince-sama se hace destacar sobre otros anime del género harem inverso y consigue hechizar desde el primer momento a los espectadores amantes del shoujo y/o de los musicales.

La serie en sí se disfruta de forma amena y deliciosa, dejándonos con buen sabor de boca tras cada capítulo, sensación que queda reforzada por un aspecto visual atractivo, lleno de color y buena calidad de dibujo.

Los personajes son carismáticos, con diferentes personalidades y diseños que enamorarán a todo fan de este género.

En resumen, un bonito shoujo harem del montón, con una historia normalita que fluye bien y se hace corta, llena de música, chicos guapos a tutiplén y situaciones muy dispares, tanto divertidas como dramáticas.

Recomendada para las romanticonas que huyen de lo pasteloso.