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España España · Madrid
Críticas de Alvaro
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
10
4 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Levaba años queriendo ver esta película, y al fin gracias al reestreno en salas lo he conseguido. Tenía gandes esperanzas depositadas en la película que ocupa el segundo puesto en la lista de las 100 mejores películas del siglo XXI según la BBC. Es bien sabido que de estas listas generalmente no te puedes fiar demasiado, y que una película ocupe un puesto alto no es garantía de nada, pero aquí se han cumplido mis expectativas totalmente.

In the mood for love me parece una obra maestra. Leo varias críticas que la califican de la historia de amor más triste del mundo, estoy de acuerdo. La historia es profundamente bella y tremendamente trágica. Wong Kar-Wai decide, o decidió, asfixiar a sus enomarados, aislarlos, haciendo uso de unos encuadres pensados al milímetro en los que siempre está la lluvia, un muro, unos barrotes, un pasillo, que ya digo asfixia a sus personajes, los oprime incluso.

Pero esta no es una película de amor al uso, el clásico chico busca chica, Wong Kar-Wai es más un abonado al chico pierde chica, es decir, a las historias de desamor, y en esta ocasión hace algo brillante, utilizar el desamor de sus protagonistas para vehicular su propia historia de amor, algo que yo particularmente no había visto jamás.
Y es eso precisamente lo que la hace tan bella y triste, es el amor que surge a raíz del desamor, el edificio que nace de las ruinas. Un amor, como todo, afectado por el inexorable paso del tiempo (mucho ojo a la cantidad de relojes que aparecen en la peli) que inevitablemente hace que todo se derrumbe.

La atmósfera que Kar-Wai consigue crear en este película viene de la mano de su director de fotografía habitual Christopher Doyle, que hace un trabajo más allá de todo elogio. Y por supuesto, de la música, aquí la música se convierte en un elemento narrativo más, las canciones de Nat King Cole y el "Yumeji´s Theme" envuelven a la película terminando de dotarla de esa atmósfera que te atrapa y que no te suelta hasta que termina.

Si pueden apresurense a verla al cine, sino, busquen la manera de dejar que Wong Kar-Wai les cuente la historia de amor más profundamente triste de la historia del cine.
Alvaro
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9
17 de marzo de 2021
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En 1941 llegó a Hollywood un joven de 25 años con un contrato jamás visto para realizar una película con total libertad creativa y con libertad de decisión sobre el montaje final y sobre los colaboradores del film. El joven era Orson Welles y la película Ciudadano Kane que cambió la historia del cine para siempre. Para la película Welles se nutrió de los mejores profesionales del mundillo, como Gregg Toland, Bernard Herrmann o Robert Wise. Pero para el guión Welles contó con un mítico guionista olvidado de Hollywood, Herman Mankiewicz, a día de hoy la autoría del guión de una de las películas más importantes de la historia no se ha conseguido esclarecer, y de aquellos barros estos lodos.

Mank no busca esclarecer esta duda, lo siento por los curiosos, pero en mi opinión cuenta algo mucho más grandioso, la última batalla de un perdedor nato. Herman Mankiewicz era un guionista versado en el sistema de estudios del Hollywood clásico, había trabajado en cientas de películas, en muchas de ellas sin ser acreditado y de serie b, y sin haber conseguido nunca firmar realmente un gran éxito. Pero a pesar de todo ello Mank se movía por los más altos círculos de la sociedad Hollywodiense, y por ende americana, codeandose con gente como Irving Thalberg, Louis B.Mayer o William Randolph Hearst. Contada entre lo recordado y el presente, vemos como Mank, brutal Gary Oldman en la que es su mejor interpretación, se movía como pez en el agua en esas fiestas entre cien copas y mil cigarros, alcohólico impenitente que no temía decir lo que pensaba a riesgo de disgustar a los que movían los hilos. Pero como he dicho al principio, Mank era un perdedor, tremendamente ácido y mordaz que regaba sus derrotas con alcohol y tabaco, y su vida estuvo marcado por ello.

Por eso Mank me parece una película tan bella, porque Fincher narra con mano maestra como ese peón que es Mank decide enfrentarse él sólo contra todo el tablero en misión pírrica, pero Mank es el más listo del tablero. Y a través de la escritura del guión de Ciudadano Kane busca redimirse de su pasado y hacer las paces con sus fantasmas para conseguir conseguir al fin la tan ansiada victoria.
Alvaro
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10
7 de enero de 2021
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El western es seguramente mi género favorito. Esto se debe a que en el ámbito del western se pueden enmarcar todo tipo de historias, desde la de viejos pistoleros que deben retomar antiguos caminos que creían ya olvidados, como es esa obra maestra de título Sin perdón, hasta historias de amor tremendamente pasionales como la de Johnny Guitar.

En El hombre que mató a Liberty Valance John Ford lográ su mejor película, lo cual significa que estamos posiblemente ante la mejor película de la historia del cine. Si el western es un género en el que por regla general siempre hay un conflicto entre realidad y leyenda, aquí el conflicto es constante, ¿realidad, o recuerdo?¿Verdad, o mito? Contada a modo de flashback, El hombre que mató a Liberty Valance narra la llegada de un pie tierno, magnífico James Stewart, al salvaje oeste que busca imponer un sistema de leyes como oposición a la del revólver más rápido, encontrándose en su camino con el diabólico Lee Marvin, absolutamente genial en su papel de Liberty Valance.

Se trata de una película imposible, en la que John Wayne y James Stewart, ya mayores (55 y 54 respectivamente) dan vida a personajes que habían interpretado dos décadas antes. La primera decisión de John Ford para rodar esta película ya sorprende a propios y a extraños. Ya no estamos en Monument Valley, para Liberty Valance, Ford decide encerrarse en un pequeño pueblo que es claramente un decorado, y rueda la película en blanco y negro con pantalla cuadrada, cuando ya todo el mundo usaba cinemascope.

Si el padre Ford fue el encargado de abrir las puertas del western con esa obra magna que es La diligencia, aquí se encarga de darle carpetazo al mismo género al que él dió vida. Liberty Valance supone un epitafio para todos aquellos cowboys que el propio John Wayne interpretó en su juventud, y hace de Tom Doniphon, en la que es posiblemente su mejor actuación, el héroe más trágico de la historia del cine, un héroe olvidado, denostado, enterrado junto con el salvaje oeste que se transformó en un jardín (como dicen en la película) y en el que él no tenía cabida. Una película puramente fordiana que habla sobre la transformación del oeste, sobre el fin del sueño del cowboy, sobre la evolución de todo un género, el western.
Alvaro
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9
26 de mayo de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que me fascina de la figura de John Cassavetes es su amor y dedicación por hacer un cine personal y distinto, despreocupado por el éxito financiero y realizado con el único propósito de hacer una buena película que le gustase a él, al margen de lo que le pudiese parecer al público. No es por menos por lo que se le considera el padre del cine independiente americano.

En Opening Night, Cassavetes utiliza dos vertientes narrativas diferentes, primero nos cuenta lo que sucede entre bamablinas en un teatro, convirtiéndonos así en observadores privilegiados de las verdaderas emociones que surgen en los actores de esta obra a raíz de la misma. En la segunda vertiente, Cassavetes decide colocar la cámara en el patio de butacas del teatro y nos obliga a convertirnos en un espectador más del público de la obra, observando gracias a nuestra posición de testigo privilegiado como esta se contrapone o se complementa con la vida y las emociones reales de los personajes. La protagonista de la película, Myrtle Gordon, encarnada por una, como siempre, espectular Gena Rowlands, es una ya mayor, actriz de renombre que debe interpretar un papel sobre la vejez y sobre cómo afrontarla. Y es a raíz precisamente de este personaje en el cual la actriz se mete a fondo, que Myrtle empieza a plantearse su vida y las decisiones tomadas y cómo ha cambiado ella con el paso del tiempo, negándose a aceptar que su juventud ha pasado y que su yo de 18 años posee todas las posibilidades y toda la esperanza de una vida por delante dejándola a ella llena de dudas, desesperanzada y vieja.

Al hacerla tan personal Cassavetes consigue imbuirte dentro de de la historia, alcanzando una visceralidad y una violencia interna de emociones que golpean al espectador sin paliativos, imposibilitando que este quede indeferente ante la película, haciendo de ella una experiencia más que otra cosa. Y es por eso que creo que la película es una obra maestra, porque que se juega el todo por el todo hablándonos de la vejez, de cómo afrontarla, de la pérdida y de la juventud, ese divino tesoro que se va para no volver, consiguiendo llegar al fondo de esas emociones y cuestiones con una cámara, y eso es hacer cine con cojones.

En definitiva es una película que no puede dejar indiferente ni siquiera al espectador que la aborrezca, tan distinta a todo lo que estamos acostumbrados a ver, que diez años después de haberla visto seguiremos recordándola y sin poder sacárnosla de la cabeza, y eso es cine con mayúsculas.
Alvaro
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