Después de lo que considero una obra maestra, Ciudad de Dios, quien espere un nivel de calidad semejante saldrá muy decepcionado. Tópica, mal contada (totalmente arrítimica: lentísima en ocasiones, muy atropellada en otras), maniquea y sobre todo, increíblemente aburrida, de modo que, desinteresado el espectador de lo que le están contando, ni siquiera como denuncia sirve. Desde el primer minuto se intuye cuál será el desarrollo de la película y no se aparta ni un milímetro de esa triste previsibilidad, sin la menor pista de originalidad, sin la menor intención de contar de otro modo o con otros ojos lo ya mil veces contado. Imposible la empatía con el protagonista, absolutamente plano. Parece que Meirelles hubiese agotado toda su creatividad en su primera película. Seguiremos esperando.

Independientemente de las absurdas polémicas sobre antisemitismo, etc., hay dos cuestiones que me llaman la atención en las críticas negativas que leo sobre esta película.

Primero, se habla de demasiada violencia. La violencia sólo ofende cuando es gratuita, cuando se convierte en un espectáculo en si misma. Creo que aquí sucede más bien lo contrario. Creyentes y no creyentes estamos acostumbrados a banalizar la frase hecha "Pasión de Cristo": es sólo un lugar común, Cristo sufrió por todos nosotros. Lo que hace Gibson es mostrar qué significa exactamente sufrir. Subrayo lo de exactamente. Basta de vaguedades, parece pensar Gibson, basta de corrección política: sufrir es lo que están viendo. Jamás había sentido personalmente tal cercanía con el personaje de Cristo. Pero es que además, en tiempos como estos en que el dolor se banaliza, en que la sangre y el sufrimiento humano han pasado a ser sólo el paisaje de fondo de nuestros plácidos días, la película trasciende la temática religiosa para convertirse en un fielísimo testimonio de lo que significa realmente el dolor y el sufrimiento inflingido por humanos a otros humanos, en cualquier lugar, en cualquier tiempo. No puedo estar por tanto más en desacuerdo con que la sangre sea en la peli gratuita. Por el contrario, opino que es absolutamente pertinente y necesaria.

Segundo, se tacha a la película de comercial, de buscar el dinero fácil. Esto simplemente no se sostiene si se tienen en cuenta los idiomas en que la película está rodada. Gibson sabe muy bien, como ha demostrado en otras ocasiones, cómo se consigue dinero fácil. No es el caso. Es una película concebida con las entrañas y plasmada con gran inteligencia, lo que realmente está al alcance de muy pocos cineastas hoy día. En otro sentido, Mel Gibson ya dio muestras de su talento y su escasa afición a lo políticamente correcto con otra notable película, "El hombre sin rostro", que también muy pocos se hubiesen atrevido a filmar.

Me sorprenden los comentarios que hablan de originalidad o genialidad en el guión o los diálogos. "La cena de los idiotas" es una muy típica y hasta tópica comedia de enredo desarrollada en un único escenario y, eso sí, con un actor en estado de gracia, el que interpreta al idiota del título. Es decir, ideal para pasar un buen rato. No pidan nada más, porque nada más ofrece. La moralina barata que sobrevuela la historia (quién es realmente el idiota y quién el inteligente) se condensa en un final decepcionante que resta varios puntos a la película.

La película tiene realmente poco que ofrecer. El guión se desarrolla a partir de dos elementos fundamentales: una reflexión psico-sociológica, una especie de estudio sobre la reacción de un grupo humano, incomunicado con el exterior, ante un horror súbitamente sobrevenido del que lo desconocen todo; en este sentido, el personaje interpretado por Marcia Gay Harden, y de paso el propio trabajo de ésta, resultan realmente plúmbeos. En descargo de la actriz, puede alegarse que es difícil sacarle jugo a cualquiera de los personajes, en su totalidad completamente planos, arquetípicos, pura serie B. Darabont tiene, en este sentido, mucho (o todo) que aprender de Shyamalan o Haneke.

El segundo elemento al que me refería: la película es también una historia de género, terror en estado puro: una súbita y extraña niebla baja de la montaña para inundar un pueblo apartado, niebla que, se hace muy pronto evidente, está habitada por algún tipo de peligro al que la espesura del manto blanco concede invisibilidad. No diría que no funciona en este sentido, pero sí, de nuevo, que se trata de pura serie B, con poco presupuesto, efectos especiales manifiestamente mejorables, situaciones un tanto previsibles y mucha, mucha truculencia perfectamente gratuita. El final de la historia me pareció lo mejor de la misma: sorprendente, logrado. Quienes más disfrutarán de esta mediocre película serán, sin duda, los amantes del género.

Quizá la película de W.Allen abordada desde la narrativa más clásica, con menos pistas del "mundo Allen". No es casualidad, es lo que pide la ambientación, el personaje y el tema. Todo depende de hacia dónde caiga la bola y en esos momentos de incertidumbre, con la pelota sobre la red, es cuando la gente demuestra su verdadera personalidad. Historia muy inteligente (pero esto no es nuevo en Allen) y muy trabajada, hasta en sus menores detalles (quizá esto sí sea nuevo), con un final absolutamente redondo. Magnífico casting, magníficas interpretaciones. Hacía mucho que no asistía a una sesión en que la platea aplaudía espontáneamente al concluir una película.