Creo que es muy difícil poder poner palabras a todos esos sentimientos que me evoca esta película. Al verla comencé a recordar escenas de mi infancia, jugando con mis juguetes. Recordé muchos de esos fabulosos, divertidos e imaginativos momentos como si los hubiera vivido ayer (bueno, soy bastante joven, casi podría decir que fue ayer).

El tiempo pasa, y con él van las etapas de nuestra vida, y una de las primeras es la de los juguetes. Cuando somos pequeños no nos planteamos si puedan estar vivos o no, porque, para nosotros, lo están. Nosotros, con nuestra ilusión e imaginación, les damos vida. Están vivos porque nosotros lo hacemos posible. Esa es la verdadera magia.

La mejor película de Pixar hecha especialmente para el niño que llevamos dentro.

Un día decidí empezar a ver pelis del género slasher. Ya sabéis, esas pelis cuyo argumento se limita a psicópata asesino, muchas veces con poderes sobrenaturales, cuyo mayor entretenimiento consiste en trocear a adolescentes en la edad del pavo. Ya sabéis muchos títulos: Halloween, Viernes 13, Pesadilla en Elm Street...

Informándome sobre género descubrí que estuvo muy de moda en los ochenta, pero que el público, harto de una secuela detrás de otra, se acabó cansando de este tipo de pelis a finales de esa misma década... Hasta que llegó el colega Wes en 1996 con su Scream y reavivó el gusto por el género.

Después de tragarme unas cuantas pelis, decidí ver la aquí comentada. Y sinceramente... ESTUVE TODA LA PELÍCULA TIRADO EN EL SUELO PARTIÉNDOME DE LA RISA. Es una auténtica parodia sobre las películas de terror. Se ríe de las típicas situaciones de esas películas y todavía le pone el tono de crueldad. Por solo comentar un punto y no destripar la película: ¿Cómo es posible que un asesino tan torpe y patán (porque mira que lo es...), consiga cargarse a sus víctimas? Tu a Jason Voorhees o a Michael Myers no les ves en sus películas cometiendo tales torpezas.

En fin, aunque sea una buena parodia, sigue siendo una película más del género. Buena para pasar un rato gracioso.

La película empieza como algo completamente normal: se ha muerto una persona y es el día de su funeral. De repente llega el ataúd... y comienza el lío. Lo que en un principio parecía que iba a ser un funeral de lo más normal acaba convirtiéndose en una sucesión de situaciones descontroladas, absurdas y, sobretodo, graciosas. Hay ocasiones en que realmente piensas que lo que está sucediendo no tiene ni pizca de gracia, pero teniendo en cuenta la manera en que está enfocada la historia resulta imposible no reírse a carcajada limpia.

Está película será todo lo maleducada e irrespetuosa que diga la gente, pero quien me diga que no se ha reido por lo menos en una de sus escenas no tiene sentido del humor.

Todos alguna vez nos hemos preguntado por qué un régimen totalitario como el nazismo pudo triunfar en Alemania. En esta película se puede apreciar un buen símil desde un punto de vista más actual y, desgraciadamente, igual de probable.

Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania se convirtió en un país azotado por la hiperinflación y el paro. No es de extrañar que los alemanes votaran a un hombre que les prometió y entregó trabajo y estabilidad social. Les levantó la moral, justo lo que necesitaban. En la actualidad lo más parecido que podemos encontrar son casualmente los adolescentes. Ellos son los protagonistas de esta película: adolescentes con sus problemas que necesitan ser aceptados, comprendidos y motivados. Y eso es lo que les entregó su profesor: justo lo que necesitaban.

También es interesante el hecho de que el profesor que acabe creando su “autocracia particular” sea un anarquista. Es básicamente la demostración de el poder sin sabiduría corrompe incluso al incorruptible.

En fin, una de esas películas que vale la pena ver y reflexionar porque nos ofrece una visión del mundo que se creía superada y que, si se dan las circunstancias adecuadas, puede volver a darse.

El sello de Kevin Smith es muy simple: buenas comedias que además de divertir hacen pensar sobre temas que la sociedad cree superados, cuando la realidad nos demuestra todo lo contrario.

En esta ocasión toca uno de los temas más sensibles del ser humano: la aceptación. En el caso concreto de esta película habla de la aceptación entre dos personas con distintas experiencias y maneras de ver la vida, pero con un objetivo común: la búsqueda del amor.

Kevin Smith nos muestra que debemos aceptar a las personas tal y como son e intentar comprenderlas, porque ese es realmente el camino hacia la felicidad.