El póker es totalmente irrelevante en la película. 'El contador de cartas' bien podría titularse 'El ajedrecista', ya que sustituir el póker por cualquier otra actividad no alteraría en lo más mínimo la trama principal. Trama que, de hecho, se presenta un poco tarde, y casi como algo secundario dentro de la película. Oscar Isaac, cuya actuación deja que desear, interpreta al típico "lobo solitario" que se muestra siempre serio e impávido debido a un pasado traumático (¡cliché!), aunque más bien recuerda a Ryan Gosling en cualquiera de sus películas (en otras palabras, es totalmente inexpresivo). Además del póker, también aparece por ahí un romance que poco aporta a la película. En pocas palabras, un guión que a nadie debería sorprender, protagonizado por un personaje que estamos hartos de ver.

La obra de Wes Anderson es una balanza descompensada. Sobre el primer plato de la balanza reposa la importancia de un buen guión, una trama con gancho; sobre el segundo, la estética. Cuando hablamos de este director, el plato que suele caer es el segundo. Todas las críticas que alaban 'La crónica francesa' se centran, mayoritariamente, en el bello apartado estético y la labor del director en la película, pero ninguna mención al guión y ritmo de la misma. Artísticamente, estamos ante un sobresaliente. Pero no nos engañemos, es un envoltorio demasiado bonito para no albergar nada en su interior.

Termino de ver "El menú" y sigo sin entender cuáles son las motivaciones del chef, pareciéndome todo un sinsentido. Desde mi punto de vista, el tercio final se cae por completo y el desenlace de la protagonista está cogido con pinzas, aunque lo verdaderamente terrorífico de esta película es que nada de lo que ocurre tiene razón de ser.

La acción es muy disfrutable y los personajes, a cada cual más pintoresco, llaman la atención, pero me gustaría entender por qué están ahí, cuál es su cometido. Echo en falta un poco más de contexto, ya que no puedo disfrutar plenamente una aventura si se desarrolla en un mundo del que no se explica demasiado. A pesar de ello, la película entretiene y las escenas de acción son muy vistosas. La pura sensación de estar viendo un cómic en movimiento.

Gustos personales a parte, es un hecho objetivo decir que la película no ha aguantado bien el paso del tiempo. Se hace difícil verla y no justificar sus fallos constantemente pensando "bueno, es que es antigua". El comportamiento de los personajes no es para nada realista y las actuaciones son muy exageradas, propias de la época. Lo que propone la película es interesante, pero los pocos dedos de frente del personaje protagonista me sacan de la película prácticamente en cada escena, haciendo que me pregunte "¿cómo se puede ser tan tonto?"

El hecho de ser tan antigua no justifica lo absurda que puede ser, teniendo en cuenta que el mismo director, apenas cinco años después, dirigió la excelente "Las uvas de la ira".