Quien pensase que Kill Bill era solo una gamberrada fetichista de Tarantino que se vayan preparando, pues solo era una declaración de intenciones.

Death Proof es un refrito de clasicos setenteros y ochenteros de serie B dónde a drede se han enfatizado y exagerado todos los elementos que caracterizan este genero. A saber: Un argumento absurdo y patológico, por no decir inexistente, unos dialogos malísimos (al menos en apariencia), tías buenas en pantalones cortos, un malo con cara de malo, una fotografía intencionadamente limitada, mucho especialista y mucho bote de sangre de pega. Todo ello con el depravado y entrañablemente chavacano toque personal de Tarantino.

A parte de esto, que a estas alturas lo sabreis ya todos, es una cinta pasable a ratos y muy entretenida a otros. Quizás se alargan demasiado las conversaciones entre las chicas, pero tampoco están mal del todo y tienen varios momentos de humor en los que no te reiras a carcajadas pero te reiras honestamente y que sirven como descansos a las escenas de acción, que van de la casquería más macabra a trepidantes persecuciones con coches perdiendo chapa y personajes al filo de la navaja... La cuestión es que a pesar de haber pasado un buen rato viéndola no pude evitar poner cara de tonto cuando leí "The End" en la pantalla en el momento que menos esperaba y tuve que irme a casa pensando si era una tomadura de pelo o que realmente no había nada más que aclarar en el desenlace.

¡Ah! Kurt Russell, tan espectacular actuando como los cuerpos de sus compañeras de reparto, y otra mención especial para Zoe Bell.

Concedamosle a Tarantino el beneficio de la duda y aceptemosle el desparrame, que no es que alimente, pero por lo menos divierte bastante.

Una película tan mala que da que pensar. No se sabe hasta que punto el director es un incompetente o un tipo con un estrambótico y excepcional sentido del humor. Basada en un argumento absurdo lleno de situaciones exageradas hasta el esperpento, deja intuir algo así como un mensaje de crítica cínica y paródica a las sociedades militares e imperialismos, en donde que los malos son bichos por no poner nazis, comunistas o iraquíes, pero le sale tan mal que el resultado es casi infumable, amen de la falta de continuidad en la trama. O a lo mejor este tio es un genio y yo no me he dado cuenta, que también puede ser.

El apartado de interpretaciones merece un capítulo a parte. Van Dien, el prota, interpreta a un guaperas repeinado que a pesar de ser un poco calzonazos, ha conseguido ser muy popular en el insti y tener una novia chuli, así como aspiraciones a ser un militar-ciudadano. Podría haber sido sustituido por cualquier pijo de Las Rozas que vaya cinco veces por semana a Gym y no hubiesemos notado la diferencia: ni intensidad, ni cambio de registro... quizás sí ha logrado defenderse en las escenas de acción. Algo que ni siquiera ha logrado Denise Richards, la otra prota. Denise es una chica con unos labios y un culo bonito, pero que de actriz tiene lo que yo de músico. Como simple muestra, la escena en la que el navío espacial pilota es atacado por los bichos -¡Que asco, o sea!-. La tía pone la misma cara a los mandos de una nave en maniobra evasiva que podría poner buscando un sitio libre en el parking de un centro comercial. El resto del reparto, en la misma linea...

Los efectos especiales, lo único salvable, en general bastante logrados los bichitos.

No perdais el tiempo.

Otro subproducto de acción sin sentido.

Siempre he tenido debilidad por las películas ambientadas en futuros hipotéticos, pero todo tiene un límite. Y es que cuesta creer que tres personas juntas pudiesen escribir un guión tan cutre. Cargado de clichés, donde Stallone interpreta a un poli duro y problemático llamado Spartan, encarcelado -o en este caso, congelado- por un crimen que no cometió, nos situa en una sociedad futurista donde la violencia ha desparecido, está habitada por metrosexuales hipocondríacos e hiperhigiénicos y liderada por una suerte de gurú-alcalde adorado por todos los ciudadanos. Este escenario resulta ideal para que Stallone y Snipes campeen a sus anchas pegandose tiros, dándose mamporros y generando caos y destrucción a su paso sin que nadie les ponga límite, para desgracia del espectador, que asiste a un aburrido espectáculo de disparos y explosiones aderezado con unas cuantos presuntos gags cómicos basados en los desencuentros culturales entre el duro Spartan y el personaje de Bullock, así como el resto de los amanerados ciudadanos. De la trama o el ritmo, ni rastro.

En cuanto a las interpretaciones, que puedo deciros de Stallone que no sepais o no os imagineis. Ni siente las piernas, ni a los personajes que interpreta. O de Snipes -su mejor frase es: "Simon dice muere", aunque esto tampoco es culpa suya- , que sabe poner muy bien la cara malo cuando empuña una pistola, pero nada más. Ni siquiera Bullock, que a pesar de no elegir muy bien las peliculas en las que aparece de vez en cuando hace una interpretación digna, se salva en esta ocasión.

Mala y soporífera. Si os quedais dormidos viéndola, no os molesteis en ver el final más tarde.