Conozco poco de Haneke. Ví hace unos años "La pianista" que me pareció un producto oscuro y críptico del cual apenas guardo recuerdo (mala cosa cuando se olvida una película). También conozco la versión americana de "Funny games", a mi entender un film bien desarrollado donde el horror no se contempla como objeto artístico - podría ser el caso del "Salo" de Pasolini y otras - sino que se utiliza como martillo para machacar al espectador. El tal Haneke me inspiraba cierta desconfianza - más bien indiferencia - ante lo que pudiera hacer en un futuro.
"La cinta blanca" se presenta con aires de austeridad: blanco y negro - la fotografía es espléndida - , ausencia de banda sonora musical, ambiente rural magníficamente reconstruido y un equipo de actores competente y bien dirigido. El uso de la cámara es eficiente y el film transcurre a un ritmo lento pero fluido. No me parece una película aburrida, el peor calificativo que se le puede dar a un film y que, francamente, éste no merece.
El "problema" de "La cinta blanca" es otro: una trama que avanza a base de reiteraciones - los sucesos misteriosos - y que se apuntala con momentos de mayor fuerza dramática para que el espectador mantenga su atención sobre el vacío de la línea argumental y la superficialidad mas o menos maquillada del guión. El conjunto carece de unidad, los personajes y las situaciones aparecen dispersos en un puzzle que a duras penas se conjunta. Y el desenlace - tan decepcionante para muchos - no es más que la consecuencia lógica de ese trayecto argumental; de algún modo había que romper el círculo vicioso de la trama. Además, traicionar las expectativas del espectador al final de la película es un recurso ya conocido que a veces le sale a cuenta al creador con vocación de romper esquemas.
Por lo demás, si "La cinta blanca" se desarrollara en un pueblo de La Mancha, con católicos en lugar de luteranos, los cambios serían mínimos y nadie hablaría de "las raíces del nazismo" y otras interpretaciones insensatas. Si entramos en el tema, las raíces del nazismo son mucho más complejas que el retrato desmañado de un pueblo austríaco a principios de siglo XX.
Una última observación: me parece un enorme disparate que se cite a Tarkovsky, Bergmann o Dreyer como inspiradores del tal Haneke. El blanco y negro bien fotografiado, el ritmo cinematográfico pausado y el ambiente rural no hacen "Ordet" si detrás de la cámara no hay un gran maestro, un artista. Es algo así como hermanar "El acorazado Potemkin" con "Titanic" porque en las dos el protagonista es un barco. El Himalaya y la Sierra de Gredos son cadenas montañosas pero hay cierta diferencia entre ellas.
En fin, la verdad es que no me arrepentí de pagar la entrada para ver este ejercicio estético- era día del espectador, todo hay que decirlo - pero salí del cine con un poso en mi estado de ánimo un tanto indefinido, algo así como indiferencia. Y el arte jamás debe dejar indiferente.

No estoy de acuerdo en que sea aburrida. Me han encantado las postalitas en color de lo que debía ser la mejor cámara tomavistas de la época. También me ha mantenido pegado a la silla mi curiosidad por saber adónde llevaba todo eso. Por lo demás, me ha parecido un producto con un planteamiento superficial, una trama frágil y unas ínfulas artísticas sin fundamento.
Para que me resulte interesante la vida y milagros de una señora pija, tiene que haber algo más que secuencias de surfistas, vistas de Mallorca, esquiadores en los Alpes, frases profundas y silencios pretenciosos. Si una cosa así atrae tanta atención y elogios es que estamos peor de lo que imaginaba. Lo de compararlo a Douglas Sirk ya me parece grotesco.