Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cantabria
Críticas de Paul More
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de octubre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desenvolviéndose en una España difícil, la película consigue atraparte dentro de ese ambiente rural y andaluz y contar una historia policíaca que si bien puede parecer que deja algunos cabos sueltos, está muy bien construida y cimentada con unos personajes profundos y cambiantes.

Probablemente uno de los aspectos más destacables de “La isla mínima” es el ritmo con el que la trama avanza. Se puede palpar la calma, la tranquilidad, el falso sosiego del pueblo. El director ha sabido transmitirnos de forma magistral que en ese lugar las cosas van a otra velocidad, pero no por ello son más simples. Y esto ya lo podemos deducir con esos planos aéreos del comienzo, que son algo perturbadores. Porque por un lado es un paraje natural, con mucha vegetación y fauna que desprende vida, pero visto desde esa perspectiva somos capaces de ver todos esos meandros que curvean entre los arbustos, el agua colándose a través de la tierra creando formas algo extrañas. Casi como que pierde lo que realmente es, y nos recuerda a la forma de un cerebro. Y puede que esta fuese la intención al hacer esto. Transmitir una sensación
de tranquilidad, de paz pueblerina donde sin embargo, si nos fijamos bien aparecen malas hierbas, escondites ocultos y personajes oscuros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paul More
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
22 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se exactamente de qué hablan, pero suena maravilloso
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paul More
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
1 de noviembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Pronunciaré “esperanza”, la gritaré por dentro si es lo que hace falta. La escribiré mil veces, me alejaré de espaldas. Quizás de repetirla algo me quede”

A través de un ejercicio visual sorprendente y claustrofóbico, Nemes dirige su primera película enlatándonos en un campo de concentración y nos deja a cargo de Saúl, nuestro guía a través de un infierno en el que todo lo que vive ya está muerto y todo lo que muere es ceniza.

Si alguna vez aprendimos que la flor que crece en la adversidad es la más hermosa de todas, el que fuera discípulo de Béla Tarr se encarga de recordarnos la escasa hermosura que hayamos cuando retratamos los límites de la crueldad humana. El hijo de Saúl nos empuja contra un mundo que ya habíamos visto antes y del que ya habíamos oído hablar pero nunca de esta forma. Acostumbrados a ver personajes, aquí nos encontramos con personas que van a morir. Acostumbrados al heroísmo y a la diferenciación del protagonista aquí no dejamos de temer a la muerte. Tenemos miedo y al igual que Saúl agachamos la cabeza y seguimos avanzando cogiendo aire cuando salimos a la superficie y manteniéndolo cuando nos tropezamos con un alemán.
Cuesta explicar por qué pero es clara la diferencia con otras películas que tratan el Holocausto. Quizá lo que consigue El hijo de Saúl es ponernos en una perspectiva desde la que nunca habíamos mirado y que es terriblemente insegura y parece tan real… Que no nos sorprende para nada el final. Sabíamos que la muerte estaba ahí acechando, que no iba a pararse frente a niños o ancianos, simplemente iba a arrasar. Y todo esto lo hace utilizando la cámara de una forma magistral que pone incómodo y nervioso al espectador porque no podemos ver. Estamos confundidos, no sabemos lo que va a pasar, y cada vez que distinguimos algo al fondo nos damos cuenta que hubiera sido mejor no mirar. Todo esto crea una bola de angustia que arrastramos junto con Saúl y de la que nos libramos hasta esa sonrisa. Hasta ese final.


Cuando todo está perdido, cuando ni siquiera su último deseo de enterrar a su hijo le es concedido, ve al niño alemán y sonríe. Le sonríe a él, nos sonríe a nosotros y su mirada nos cuenta que hay algo que todavía no ha sido asesinado. Una inocencia que algún día escuchará esta historia tan triste y cruel pero que mientras permanezca vida habrá esperanza. Habrá esperanza de un mundo mejor que no permita que algo así vuelva a suceder pero que tampoco olvide. Porque la historia del Holocausto ocurrió de verdad, sin héroes ni princesas, con cerrajeros que miraban a los ojos a compatriotas que iban a morir y de los que luego limpiaría su sangre. Y eso nadie nos lo ha recordado mejor que László Nemes.
Paul More
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
5 de octubre de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
La duda es la única extraña a la que debemos abrir siempre la puerta. Conocerla nos ayudará a decidir cuándo es mejor dejarla cerrada.
Una película magnífica, que no para de lanzar preguntas desde que empieza hasta su final. Ida nos recuerda de forma sencilla y directa, la importancia de conocer para aprender, de experimentar para decidir, porque una vida sin duda es una vida perdida. Una vida sin una mirada que pida respuestas es una vida que tira hacia adelante obcecada en no salirse del camino de lo convencional y lo supuestamente correcto.
La película parte de juntar a dos personajes de lo más distintos. Ida no ha conocido más mundo que el que existe dentro de los muros del convento y por su parte Wanda, parece que se ha perdido entre tanto mundo. Unir la vida de ambas provoca una explosión de descubrimientos ya que ninguna de ellas sabía nada de la otra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paul More
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow