Aunque la realidad supere a la ficción, sobre todo en las ficciones realistas, es conveniente tener dosis de ficción que nos ayuden a gestionar nuestra propia realidad. Esto es lo que hace “amor”, una película que sin ninguna contemplación ni concesiones, pero con una elegancia y una sensibilidad extrema, nos pone ante un escenario que bien podría ser el nuestro propio dentro de algunos años. Su resolución, un canto a la libertad, la independencia y el derecho a decidir sobre nuestro propio destino. La puesta en escena, el trabajo de los actores y unos diálogos tremendamente veraces, como cuando en una escena, cuando ya la enfermedad se ha instalado en casa, él intenta infructuosamente darle de comer a ella; al no conseguirlo le suplica "ponte en mi lugar" y ella rápida y firmemente le contesta "no quiero ponerme en tu lugar", hacen que desde el primer momento te sientas espectante y preocupado por el futuro de ésta pareja.