Estaba dispuesta a suspenderla sin remordimientos y con cierta rabia por ver tantos dieces por aquí. Pero luego he recordado algunas escenas. Recordé las roncas risas del prota y el indio bajo aquel árbol (¿era un árbol?). Básicamente ha sido eso, aunque también reviví con mayor lucidez los increíbles paisajes en los que se desenvuelve una historia que, personalmente, me resultó pesada y aburrida. Una historia que ya había visto en Jeremiah Johnson, a la que se le suman un esquema típico de personajes que no aporta nada. Su problema no es la falta de diálogo, sino que la calidad de una película no debe sustentarse únicamente en el paisaje y sus efectos especiales.

Por cierto, se podrían haber ahorrado más de media hora de duración.