La serie animada Detective Conan inicia en 1996, y al día de la fecha es una de las más entretenidas dentro del panorama del anime actual. Y si bien algunos de sus episodios no son tan buenos, la gran mayoría si lo son. La serie representa un entretenimiento garantizado para los amantes de los relatos de misterio. Los casos en los que se ven envueltos los protagonistas son creíbles, al igual que el modo en que el protagonista resuelve cada uno de los misterios, desbaratando con habilidad las coartadas de los sospechosos.
En todas las temporadas que ha tenido la serie el estilo gráfico (tanto en fondos como en diseño de personajes) ha evolucionado muchísimo, alcanzando un excelente nivel gráfico en las más recientes temporadas.
Debemos tener en cuenta que, como en toda animación que haya atravesado tantas décadas de episodios y temporadas, a veces la temporalidad no acompaña, en especial a lo que respecta a tecnología; Es decir, los televisores y teléfonos móviles evolucionan pero los personajes permanecen con la misma edad de siempre. Pero bueno, es algo que ha marcado todas las series animadas, desde The Simpsons hasta la que aquí nos refiere, pasando por otra infinidad de series.
Si dejamos este detalle de lado, la serie es absolutamente entretenida y muy recomendable para pasar un rato agradable.

El cómic Boogie el aceitoso, de Roberto Fontanarrosa se publica por primera vez en el año 1972, como una parodia de las películas norteamericanas violentas y de acción de la época (en especial Dirty Harry, de Clint Eastwood), y es publicada hasta mediados de la década del 90.
La versión fílmica de Boogie el aceitoso, del año 2009, busca retomar algunos aspectos del cómic original, adaptándolos a un formato cinematográfico animado. Lamentablemente, esta película no logra dejar en claro el evidente tono satírico y de crítica social hacia la violencia cinematográfica y televisiva, cosa que si está muy presente en el cómic. Así, el elemento cómico que proporciona la sátira se diluye en el argumento (a diferencia de lo que ocurre en series televisivas como Get Smart, Sledge Hammer o la actual American Dad, en las que son más claras las alusiones satíricas).
La película presenta una factura técnica regular, con algunos pocos aciertos, pero también muchos fallos. Entre los defectos se puede destacar el doblaje: las voces no son convincentes y son muy sobreactuadas, aun para una producción animada.
No está muy lograda la integración entre los dibujos en 2D (personajes), con los elementos en 3D (fondos de interiores y exteriores, y autos). Se nota demasiado la diferencia que hay entre ambos elementos, lo que hace que el aspecto visual no sea tan logrado.
Lo mejor y lo peor de la película, en la sección de spoilers.

Recuerdos del ayer es una película que centra su historia en aspectos absolutamente cotidianos, alejándose del formato de aventura fantástica en la que se centran la mayoría de las obras del estudio de animación Ghibli (exceptuando la película La Tumba de las luciérnagas, del mismo director, Isao Takahata, o algunas otras pocas como La colina de las amapolas de Goro Miyazaki, o Puedo escuchar el mar, del director Tomomi Mochizuki).
Recuerdos del ayer es una película impecable tanto en el aspecto técnico (en especial los diseños fondos y los personajes), como en el narrativo (la historia está muy bien narrada, y logra ser muy amena y emotiva en determinados momentos). La música elegida para contar la historia acompaña de maravilla un relato tan emotivo como el que logra componer el cineasta.
La emotividad del mundo de los recuerdos recrea un clima tan nostálgico, que es imposible verla sin sentirse conmovido o identificado con la protagonista y su historia de vida.
Un diez de diez, sin lugar a dudas.

Wacky races, también conocida como Los autos locos fue una serie animada de 1968, realizada por los estudios Hanna-Barbera, destinada a un público infantil. En la totalidad de sus episodios, esta serie muestra el desarrollo de una carrera de vehículos motorizados. No hay mayor sorpresa que eso. En estas carreras, bastante similares unas de otras, los diferentes concursantes realizan estrategias para poder ganar (siendo en algunos casos estrategias no muy licitas, sobre todo para los tramposos Pierre Nodoyuna y Patán).
Esta serie fue pensada para el público infantil de su época, careciendo de cualquier tipo de complejidad en su argumento. En la actualidad esta serie podría considerarse como bastante desactualizada, ya que los nuevos productos animados para público infantil presentan un mayor nivel de complejidad en lo argumental.
El aspecto visual de la serie es regular. Los personajes están diseñados al estilo cartoon de los sesenta. Los movimientos de los personajes son algo limitados. Los fondos y decorados son demasiado simplones, limitándose en la mayoría de los casos a simples manchas de colores.
El diseño de los vehículos es sin lugar a duda lo mejor de la serie.
Reconozco que el valor de esta serie radica puramente en lo nostálgico, ya que el impulso de volver a ver series de este tipo surge principalmente (al menos en mi caso), de recuperar algunos contenidos audiovisuales que consumía durante mi infancia (esta serie era de finales de los sesenta, pero yo la vi por medio de repeticiones televisivas a mediados de los 80).
La verdad es que tras el visionado de la totalidad de los episodios, la serie se me hizo bastante repetitiva, aunque hallé algunos puntos positivos en el humor físico de los personajes. Pero nada más.
En definitiva, solo recomendable para nostálgicos de tiempos más simples.

No es tan frecuente asociar al nombre del estudio Ghibli a películas que no transcurran en mundos llenos de magia, llenos de paisajes sobrenaturales. Por lo general el público masivo asocia a este estudio de animación con los relatos fantásticos. Películas como La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro son las más populares de este estudio japonés. Pero existen algunas películas ocultas en su catálogo que se basan puramente en relatos mucho más cotidianos y, por supuesto, menos accesibles para el público.
Tal es el caso de Recuerdos del ayer (Isao Takahata, 1991) y Puedo escuchar el mar (Tomomi Mochizuki, 1993). Esta última es la película a la que hoy reseñaré. Con un relato muy simple y una historia cotidiana "pequeña", nos adentra en el paso de la adolescencia a la vida adulta de un joven, y de sus compañeros de secundaria. En el medio, una historia de amor que también es una historia de aprendizaje y crecimiento personal.
Como siempre en las producciones de este estudio, los diseños de paisajes y personajes es absolutamente correcto. Los movimientos de los personajes animados son realistas y fluidos, siendo totalmente recomendable para los que disfruten de estas maravillas de la animación del estudio Ghibli. Es tal vez una de las películas menos populares del estudio, ya que a veces es demasiado local (al parecer las secundarias no son tan parecidas en muchos aspectos a las de occidente). De todos modos, es totalmente recomendable.
Lo mejor y lo peor de la película, en la sección de spoilers.