En una escena de esta curiosísima película, los dos protagonistas (inmensos) bromean sobre las películas que se basan únicamente en el diálogo. Un diálogo que aquí se convierte en todo un reflejo de esa generación que debe empezar a aceptar unas responsabilidades con las cuales no se ven identificados: declaración de principios del cineasta.

El gran defecto de "Aislados", que impide que pase de ser una película correcta, es su excesiva dependencia del texto, con momentos grandes y otros en los que no pasa nada, aunque a pesar de ello sus de por sí escasos 80 minutos pasan volando. Además David Marqués desaprovecha su talento (ojo a este cineasta, que si se lo curra un poco más oíremos hablar de él en el futuro) centrándose solamente en el fluido diálogo y dejando de lado el resto de aspectos de la película, formalmente bastante descuidada.


Aún así, esta película demuestra que en nuestro cine hay mucho talento aunque no siempre salga a la luz, y es que este David Marqués es un diamante en bruto al que le queda mucho camino por recorrer y hacerse un nombre (sus dos películas hasta la fecha han pasado inadvertidas).

Una de las películas de género más exitosas de los últimos años ha sido "Hostel", película en la que Tarantino puso pelas a un inepto que había tenido un relativo éxito con su anterior filme para que se luciera. Cumpliendo su objetivo de hacer taquilla a toda costa, vimos a un enfermo rodando una película muy entretenida aunque tanto interpretación como guión dejasen espacio para varias carcajadas.

En esta segunda parte el perfil psicológico de Roth ha empeorado de forma brutal: ha realizado un film más violento, más morboso (véase la escena en la que una tía desnuda mata a otra corriéndose prácticamente con su sangre) y, sobre todo, infinitamente más gratuito. Y es que a partir del minuto 20 es casi una fotocopia plano por plano de la primera, salvo que los protagonistas cambian de género (¡IDEA!, debió pensar Roth: de los ingenuos turistas de la anterior vamos a pasar aquí a dos tías buenas y una fea: no es difícil adivinar quién morirá primero y además me corro el doble).

Resulta, al igual que la primera, mínimamente entretenida, pero la diferencia radica en que no pasa absolutamente nada que nos saque de la rutina y la sensación de que ya está todo visto, todo el jugo que pudiese dar el final abierto del film de 2006 queda frustrado por un guión rematadamente fácil, aún más risible que el anterior y pensado únicamente para hacer taquilla (menos mal que parece que no habrá tercera parte, tito Quentin puede ahorrarse las pelas porque en U$A ha sido un fracaso relativo).


Para finalizar, un doble consejo:

-Eli, existe la masturbación. No hace falta que muestres tu retorcido perfil psicológico al mundo, puedes disfrutar en soledad.
-Quentin, antes de apadrinar a otro inútil enfermo, podrías dedicarte a escribir buenos guiones como solamente tú sabes. El público te lo agradecería.

Esta sencilla producción dirigida por el debutante Aitzol Aramaio, que apunta maneras adaptando un material original que desconozco, es de esas películas que deja un buen sabor de boca al salir de la sala, sin ser nada del otro mundo.


Empezando por el hecho de que una película con Héctor Alterio y Daniel Brühl (ambos enormes de nuevo) NO puede ser mala, y teniendo claro que este reparto es el motivo por el que yo y muchos otros habremos pagado por verla; "Un poco de chocolate" juega sus cartas de manera acertadísima desde el principio, dejando claro al espectador cuáles son sus potenciales bazas y carencias.

El guión puede ubicarse entre las últimas, ya que decae bastante los últimos veinte o treinta minutos y se permite ciertas licencias que pueden ser perdonadas ante la belleza del conjunto, pero que normalmente cuestan una película. Bárbara Goenaga está preciosa, como siempre.


Como era de esperar, nadie la ha visto. Desgraciadamente, estos productos van destinados al olvido desde antes de su estreno.

No debe ser fácil ser hincha del equipo pequeño en la ciudad que ha visto jugar a George Best o Bobby Charlton. Si encima eres una joven promesa del fútbol que intenta abrirse hueco en un equipo cuyos componentes te dan de lado dentro y fuera del campo, las cosas se complican.

Puede que "El sueño de Jimmy Grimble" no aporte muchas cosas nuevas ni siquiera al poco trillado campo de las películas sobre el deporte rey, y que las escenas de fútbol sean un tanto para empalmadetes (como es, por otro lado, habitual en las películas que muestran partidos): los goles son desde el centro del campo o bien tras irse de catorce.

Pero su elogio del amor incondicional a unos colores, que en contra de lo que mucha gente cree nada tiene que ver con ir a armarla a un campo (los del Manchester City en este caso, noticia desde hace varios meses por ser propiedad de un jeque árabe que puede tocar al jugador que quiera y representa todo lo contrario que la película: esto es, el antifútbol), la convierte en una película dignísima de ver e injustamente olvidada en favor de otras del mismo corte. Y unos personajes cuidados (destacar a Robert Carlyle como el entrenador que da la oportunidad a Jimmy) hacen que no solamente sea recomendable para los amantes del deporte, sino para todo espectador que quiera acercarse a una historia sencilla y agradable en todo momento.


A rescatar.

Cada Navidad se cuelan en las pantallas un puñado de subproductos que únicamente sirven para su explotación durante estas fechas, primero en cines y luego mediante repetidos pases en TV los siguientes años. Estas bazofias en muchos casos suelen ser entretenidas o tener un mínimo de sustancia, pero el caso que nos ocupa es de juzgado de guardia.

Esta soplapollez trata sobre un grupo de niños que quedan atrapados en un aeropuerto en Nochebuena. Y bien, ellos sabrían lo que trataban que contar, porque pasa hora y media y los espectadores desde luego no.

Si estafas, házlo disimuladamente. Si quieres hacer un producto infantil para estas fechas, recurre a Santa Claus o demás infecteces, es fácil. Pero si no sabes qué contar, mejor no cuentes nada porque caes en el peor de los ridículos, como es el caso de esta supuesta comedia en la que, por suerte, hemos picado pocos.