Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid, Jaca
Críticas de jaly
<< 1 3 4 5 10 156 >>
Críticas 779
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de septiembre de 2016
65 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
No comparto la aversión generalizada que el melodrama o la llamada "manipulación emociona" provoca. Es cierto que prefiero sorprenderme, que los sentimientos que tenga viendo una película sean inesperados... Pero cuando entro a ver una cita que trata sobre un niño solitario que imagina un monstruo fantástico para luchar/superar/asumir la enfermedad terminal de su madre, entiendo que sé dónde me estoy metiendo.

Y además, hay verdaderos maestros que manejan esas constantes de género, pese a quien pese. Spielberg, Douglas Sirk, Almondovar, Todd Haynes, Thomas Anderson... Todos ellos son genios sin discusión, y todos, en sus códigos, "manipulan" las emociones del espectador. Bayona también lo hace y lo ha hecho, pero siempre siendo fiel a si mismo, a su temática, y a lo que se ha convertido en la gran constante de su filmografía: la relación entre la maternidad y la muerte.

Porque de nuevo como en El Orfanato y Lo Imposible (su mayor victoria hasta ahora), el eje sobre el que todo pivota es la relación de una madre y un hijo contra la fatalidad, y de nuevo como en aquellas, la verdadera sustancia y los momentos más significativos están en los pequeños detalles, aparentemente insignificantes, que se dan entre esos dos personajes. De nuevo además, la odisea de crecer, de asumirse como un adulto, de superar el trauma para poder avanzar, aparece como tema fundamental en Un monstruo viene a verme.

Hay algo hermoso también en la dinámica que se establece entre los actores del film. Lewis McDougal (de nuevo, un hallazgo de Bayona, un actor con peso y matices pese a su juventud), Felicity Jones (que nunca se regodea en los clichés de la enfermedad, y emociona sin artificios), Sigourney Weaver (qué emocionante volver a verla), e incluso Liam Neeson; Un monstruo viene a verme está concebida como una película grande, como un gran espectáculo sentimental, pero entre estos cuatro actores se crea con aparente facilidad algo muy íntimo, que consigue que toda la pirotecnia de la propuesta no haga saltar por los aires los verdaderos temas fundamentales: la asunción de la muerte, el reconocimiento del dolor propio y ajeno, y el complejo proceso de crecer.

Pero aunque su factura sea impecable, y sus fragmentos oníricos aporten originalidad y estén muy bien concebidos en su vuelo simbólico, metafórico y artístico; hay algo entre ese equilibrio de lo íntimo y lo espectacular, que bajo mi punto de vista no llega al balance que si había en El Orfanato, y sobre todo y desde luego, en Lo Imposible.

Pero de nuevo, respeto e incluso me emociono con las decisiones artísticas y temáticas del cine de Bayona; y reconozco su poder como contador de historias desde lo más grande y sofisticado que el cine, no olvidemos, también un gran espectáculo, puede concebir.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
10 de marzo de 2009
48 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días, a propósito de Oscar Wilde y “A Good Woman” escribí que las grandes obras y los grandes autores son inmortales y atemporales. Olvidé mencionar a Dickens. La que aquí nos ocupa es un ejemplo galopante de que un director con talento (Alfonso Cuarón), puede hacer una filigrana narrativa y metatextual de primer orden con palabras e historias escritas hace siglos, y ponerlas de actualidad respetando su prosa.

Por otra parte, es fácil como critico y como público molestarse ante la versión de Cuarón de Grandes Esperanzas. La historia de superación personal y profesional de un paleto enfrentado al mundo que acaba triunfando en la vida y en el amor, es alabada si viene presentada por un clásico, pero denostada si se actualiza, más aún si la propuesta musical, narrativa y escénica del director se acerca (muy muy) acertadamente al videoclip. Y Grandes Esperanzas, es, en parte, una película del director. Él está presente en todos los planos (como también lo está en las muy diferentes Y tu mamá también o Hijos de los Hombres), y su personalidad artística se ve y se oye en cada fotograma, por ello es recomendable disfrutarla. La música, los fundidos en las elipsis (impagable el del baile en el palacio, el del la calle lluviosa) y los pequeños detalles como el color (el uso del verde en absolutamente todos los fotogramas de la película, el color de la esperanza), lo presentan como un verdadero artesano que, manejando un material previsible, es capaz de emocionar y entretener.

Y Grandes Esperanzas tiene otro gran acierto que convierte en respetable esta algo infravalorada película: su espléndido reparto. Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow aportan la suficiente sexualidad ambigua, en ambos casos resuelta con contención y pasión, el primero en el personaje de humilde soñador enfrentado a su destino; la segunda en el rico papel de una joven enseñada a no amar, que la actriz resuelve sin pudores, ni emocionales ni físicos.

Y Robert de Niro y Anne Bancroft. Increíbles. Devora escenas con el suficiente carisma como para hacer creíbles dos personajes extremos, que ambos regalan al espectador con composiciones ricas en matices, en corporalidad y en emociones.

Y las localizaciones. Los humildes pantanos del sur de Norteamérica, la onírica y bellísima mansión de Bancroft. Y Nueva York, personaje nuevo respecto a la novela de Dickens, ya que Cuarón fotografía y pasea su cámara por todos los barrios (Soho, Central Park, Upper East/West Side...) de la ciudad de la esperanza, en el país de las oportunidades.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
14 de abril de 2009
48 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Adrian Lyne consiguió por fin el estatus de adulta con su última obra hasta el momento. Tras cintas tan catódicas como polémicas en intenciones y resultados como Flashdance, Atracción fatal, Una proposición indecente o Lolita, Infiel es una elegante carta de presentación sobre las razones y efectos del deseo humano.

Además consigue que el estilo de Lyne, sin abandonarlo del todo, sea el más depurado sin dejar de estar presente. Hay momentos en todas sus cintas excesivamente efectistas. En Infiel los hay, pero aparecen más justificados y además no abusa de ellos. Al contrario de lo que muchos piensan, no se posiciona ideológicamente. No es tan reaccionario como la crítica europea lo considera, ni tan provocador como lo ve la americana. Y menos en Infiel, donde en todo momento comprendemos las inmorales acciones de todos sus protagonistas, a la par que el desarrollo y evolución de la historia es lo más coherente y universal que Lyne ha filmado nunca.

La típica historia de una mujer aparentemente feliz que es infiel por impulso, y el torbellino que desata con su acción está más vista que el tebeo. Y quien hace de Infiel una experiencia apasionante no es (sólo) Lyne, es una magnética y fantástica Diane Lane, que consigue con su tremendamente humana interpretación el perfecto retrato de la mujer normal expuesta a circunstancias extraordinarias. Consigue la mejor actuación de su carrera de estrella poco aprovechada. Consigue que cada poro de la piel de su Connie supure emoción (justamente fue candidata a media docena de premios en 2002), consigue una sensualidad madura increíble, un poder ante la historia y el espectador fascinante.

Prueba de ello es cada escena con su marido o su hijo, su viaje en tren (increíble), los encuentros sexuales con Olivier Martínez… Todos y cada uno de los momentos en que aparece en pantalla. La suya es una historia de deseo y responsabilidades, de oportunidades perdidas y de intenso renacimiento sexual.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
21 de noviembre de 2009
45 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hubiese que escribir un manual sobre cómo convertir una comedia romántica en un clásico, probablemente la mejor película como referente sería Frankie & Johnny.

Partiendo de un humilde planteamiento, en cuanto a personajes, situaciones, y localizaciones, Garry Marshall, que por aquel entonces había creado otro clásico (Pretty Woman, lo mismo, pero como cuento de hadas), y que más tarde se viciaría y encenagaría en su propio estilo (Novia a la fuga y Princesa por sorpresa); creó con esta historia de Frankie & Johnny, un estupendo y verídico retrato de personas solas, que buscan sin saber dónde encontrarlo, una segunda oportunidad, la oportunidad de que una persona, un amor, les saque de la rutina gris de sus vidas.

Frankie & Johnny han perdido algo. Ambos son dos personas a las que la vida ha dado los golpes que, de una forma u otra, nos da a todos nosotros. Frankie ha perdido su sueño (un posible hijo), y la confianza en poder enamorarse de un hombre. Johnny ha perdido su libertad, y, con ella, su familia y la posesión de una vida organizada. Ambos se encuentran, y impulsados por deseos racionales o irracionales, no pueden evitar querer conocerse, pasear, desayunar juntos, dormir en la misma cama, besarse, hacer reír al otro.

Personalmente, me parece que esta historia, contada de manera realista y sencilla, es de lo más emotivo que se ha visto en el terreno de la comedia romántica. No se si será por el propio guión, que produce una capacidad de identificación total con el espectador, por esos personajes entrañables y dolorosamente reales que presenta, por Pacino y Pfeiffer, pareja estelar que se toma estos personajes “normales” como el más extraordinario de sus carreras, con un concienciudo trabajo de método, capaz de crear los únicos recovecos de cada persona humana; pero Frankie & Johnny me emociona, me hace volver a la maravillosa Nueva York, y me hace creer en las segundas oportunidades.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
27 de septiembre de 2007
44 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo Zodiac uno no puede dejar de pensar en la esencial labor que ha hecho David Fincher por el cine desde los noventa hasta ahora. Alien 3, Seven, The Game, El club de la lucha y La habitación del pánico son obras complejas y discutibles, pero desde luego son grandes películas, por su planteamiento, su riesgo, y sus resultados.
Zodiac no es menos, y tal vez sea en cuanto a dedicación y riesgo, su obra cumbre. A lo largo de más de dos horas (que pudieron ser cuatro) Fincher nos sumerge en la investigación llevada a cabo en San Francisco lo largo de más de veinte años en el caso Zodiac, sobre un asesino en serie que jugó con los medios, la policía y la sociedad desde finales de los 60 hasta la actualidad, cuando el caso aún no está completamente resuelto. Lo que pudiera haber sido una especie de versión y calco a si mismo de Seven, tal vez su obra más valorada, no puede alejarse más de esta, porque Zodiac no es un Thriller sobre un asesino en serie. Zodiac es una verdadera tragedia humana sobre la obsesión, una obra épica sobre la alienación del individuo por un caso obsesivo. Es una película claustrofóbica, profunda y densa. Es una crónica social de una época (imprescindible el diseño de producción, banda sonora y fotografía). Es comprensible el batacazo que Zodiac se ha llevado en las taquillas, pero es evidente que eso no impedirá que con los años se convierta en una obra de referencia de virtuosismo cinematográfico. Porque con Zodiac Fincher consigue que el espectador viva lo que está ocurriendo en la pantalla, consigue envolver a su público con unas impresionantes panorámicas, unas secuencias que lo confirman como uno de los mejores directores de la actualidad (los asesinatos, los travellings a lo largo de San Francisco, los montajes musicales, secuencias como la del interrogatorio de un sospechoso, la incursión del personaje de Gyllenhaal en casa de un amigo de este…). La atmósfera que Fincher dota a la historia a través de unos impresionantes movimientos de cámara nos enseña un mundo en el que sus personajes están expuestos a ese pensamiento constante de desasosiego que vivieron policías, periodistas, investigadores y partícipes de los hechos, representados aquí por un magnífico reparto en el que Ruffalo da la mejor interpretación de su carrera, Gyllenhaal da nueva prueba de su innegable talento (su progresiva transformación en protagonista es realmente impresionante), y Downey Jr. probablemente compone también su más perfecta interpretación gracias a una amalgama de detalles que infunde a su personaje. Los secundarios aportan su maestría a esta obra que por derecho propio, por innumerables méritos y por su único director merece pasar desde ya a al limbo de las obras maestras modernas.
jaly
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 3 4 5 10 156 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow