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Críticas de John Dunbar
Críticas 707
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho músculo no siempre es igual a mucha cabeza, igual que más acción no siempre es igual a más espectáculo. Por suerte, para los seguidores de la saga Fast & Furious del que mana este comercial spin-off, las comparativas no se bifurcan y circulan por caminos paralelos, sino que ofrece un extracto alternativo de lo que ha dado de sí la saga como conjunto a lo largo de todos estos años. Hobbs & Shaw, dos de los últimos personajes que fueron acogidos en esa singular familia que vive siempre rápida y furiosa al margen de la ley, encabezada por Vin Diesel y el fallecido Paul Walker hasta su séptima entrega, sin ser requeridos por separado, su suculento trocito de pastel en la taquilla avala su propósito.
Hobbs & Shaw, o lo que es lo mismo, Dwayne Johnson y Jason Statham, fingen odiarse durante una proyección seguramente en exceso larga, para que de la que miden sus músculos y quién mea más lejos, encuentren que los amores más reñidos son a menudo los más queridos, aunque lo cuantifiquemos en valores de amistad. Será también que a su agitado duelo verbal y físico se opone una amenaza aún mayor, Brixton Lore (Idris Elba), ex agente del MI6 británico reconvertido en amenaza terrorista y en mitad humano mitad robot. Su capacidad para realizar maniobras sobrehumanas será la piedra de toque que ambos necesiten para saber que se necesitan. Completa el cuarteto protagonista la inglesa Vanessa Kirby, tan bella y seductora como cualificada actriz; ella es Hattie, la hermana de Shaw, quien hará lo que quiera con los dos bravucones poniendo una nota distinta dentro de este circo de atractivos imposibles como una aguerrida fémina.

Mucho octanaje en forma de músculo, diversión y adrenalina disparada sin limitaciones de ningún tipo. Esto también incluye algún que otro exceso consentido porque, a fin de cuentas, uno sabe dónde se ha metido.
John Dunbar
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8
6 de julio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Días de convulsión política, económica y social (no olvidemos que su punto de partida son los años de la Gran Depresión) y el activismo que se hace un hueco entre la vida cotidiana en todos los ámbitos y clases sociales. Todo comienza por el principio, en la juventud y la universidad será quien les presente, quien haga de Celestina bajo su escenario propicio para el saber y el encuentro de los amantes, testigo de amores y desamores, donde esta vez ha optado por detenerse en la historia de Hubbell y Katie, dos personas diametralmente opuestas en personalidad, ideales y actitud frente a la vida; a su vez, dos de sus estudiantes más dinámicos e indomables. Cada uno irrumpe sobre el otro cumpliendo con fidelidad el rol que les ha hecho merecedores, a su estilo, de cierta fama entre los estudiantes. Ese rol antagónico será su atracción tanto como su perdición con el conocimiento y el desgaste del tiempo.

Muchas veces, literatura o cine han descrito con pasión los amores y otras lo han hecho con dolor, pero siempre revelando que tanto uno como otro aparecen para dejar huella indeleble en aquellos que lo sufren. Arthur Laurents, adaptando su propia novela, transita por las dos caras del mismo sentimiento a lo largo de tres décadas en donde los altibajos emocionales en esa pareja que conforman Hubbell (Redford) y Katie (Streisand) son el pan suyo de cada día. Tan pronto afines, tan pronto opuestos. Felicidad y suplicio coinciden en la relación, en la convivencia, en su futuro, como dos imanes atraídos y repelidos que, permanentemente, atienden más a las leyes racionales de la física que las inconscientes del corazón, aunque el guion de Laurents siempre apuesta por despejar toda duda de qué sentimiento ha de preponderar por encima de idas y venidas. Por si alguien tiene alguna reserva al respecto, tan solo ha de valorar el final.

La memorable música de Marvin Hamlisch, condiciona positivamente desde el recuerdo este idilio nacido al albur del destino, bajo la continuada pasión de las sábanas y la discusión irreconciliable. Sin embargo, las mirandas de Redford y Streisand se confiesan siempre sin necesidad de palabras.
John Dunbar
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8
18 de mayo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando todas las historias del espacio se orientan hacia el combate y el drama pasional se vive en tierra, aterrizó en nuestras vidas esta fusión de amores galácticos y futuros espaciales que responde al nombre de 'Passengers'. Una combinación extraña y resuelta con mucho estilo, capaz de hacer que solo dos actores (Chris Pratt y Jennifer Lawrence), dos más circundantes (Michael Sheen y Laurence Fishburne) y un territorio (una nave espacial) aparentemente frío y de lo más impropio, pudieran dar rienda suelta a los instintos que a todos, de un modo u otro, nos han llevado a verla y, sin demasiado esfuerzo, a sentirla. Aunque la práctica solo tanteé la parte libidinosa, cosa a la que también llega con elegancia, en espíritu afronta la relación de dos extraños que se descubren el uno al otro con pasión romántica.
Encuentra el equilibrio perfecto para emocionarnos con su amor idealista sin perder de vista de dónde vienen y a dónde van, a prueba de verdades y tragedias y lo que es más increíble, convencernos de que es posible. No hay amores imposibles ni verdades absolutas hasta cuando lo bonito da paso a la adversidad, y en su travesía por el solitario espacio, exterior e interior, también hay una hacia la incertidumbre que desgarra tanto cuando el conocimiento sale a la luz, como cuando uno se entrega a su destino.
No nos satura ni con demasiada información ni con exceso de ñoñería; todo se encuentra en el punto exacto en donde ha de estar, en el punto exacto en que la relación de Aurora y Jim se convierte en una relación alumbrada por dos actores que se creen a sí mismos, en un marco inusualmente predispuesto para compaginar lo científico y lo emocional con mucho criterio.

Muy diferente. Muy bonita.
John Dunbar
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8
24 de marzo de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es como uno de esos sueños tan intensos que, una vez despiertas, no estás seguro a qué lado te encuentras. Confrontando permanentemente realidad y fantasía, Cohaagen (Ronny Cox) juega con la mente de Quaid (Arnold Schwarzenegger) tanto como con la nuestra y de aquel punto en que crees que una decisión fortuita te hace conocer la verdad al recuperar tu memoria, pronto se disipará para volver a dudar. La fuerza de la banda sonora de Jerry Goldsmith, hace el resto.
Paul Verhoeven, el director holandés que venía triunfante con 'Robocop', y el fortachón de acción Schwarzenegger que seguía enlazando un éxito tras otro, se pusieron detrás de un proyecto que partía de una de esas ideas prematuras que de vez en cuando extrae la ciencia ficción. Viajar a Marte como un 'yo' físico o viajar a Marte como un 'yo' ilusorio; esa es la cuestión, como diría Shakespeare. Nada me sigue quedando claro al ciento por ciento de lo que en esa experiencia marciana pasa tantos años después y uno sigue sin desentrañar si entras o sales tú o tu recuerdo implantado.
Aquello que todavía prepondera con certeza es su energía, su destreza para contar con versatilidad algo que no era fácil de contar en un enredo innovador y original todavía en su tiempo o sus diversas notas de humor en combinación con su acción vertiginosa. Su puesta a punto, una escenografía del planeta rojo más la decoración de interiores tan creativos y realistas en su momento, es lo único que puede cojear parcialmente hoy, vistiéndose de un aspecto en algunas partes un poco obsoleto. Comprensible; nada anormal pasado el tiempo y tenida en cuenta la trama. Tampoco estas contrariedades una vez actualizadas conseguirán, incidiendo una vez más en la potencia inolvidable du su música, que borre las huellas de la memoria de lo que ya se puede considerar como un clásico de la ciencia ficción. Y esto, no es una ilusión.

Continúa siendo muy superior a su versión homónima de 2012. Y esto, seguro que tampoco esta solo en mi pensamiento.
John Dunbar
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10
31 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando por aquel entonces todavía regía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.), un hecho sin precedentes semejantes ocurrió bajo su tutelado en lo que más tarde conoceríamos, tras la disolución de la Unión Soviética, como Ucrania, estado independiente. El desastre de la central nuclear ubicada en la ciudad de Prípiat, dejaría en evidencia para todo el mundo algo más que la delicadeza que ofrece el tratamiento de ese tipo de energía. Chernóbil, la miniserie, es la prueba.

Se suele decir que la realidad siempre acaba superando a la ficción, de la misma manera en que se demuestra otras muchas veces, que la ficción es herramienta imprescindible de la realidad. Para verla. Para entenderla. Todavía pululando no muy lejos en el tiempo los fantasmas de la catástrofe, la serie denuncia en tan solo cinco episodios la exactitud de esta frase, con una puerta abierta y bien clara a su razón de ser desde nada más comenzar. El accidente que causaría estragos sobre mucha gente durante mucho tiempo, no sería solo cuestión de mala praxis. La concatenación de errores antes, durante y después, ponen de manifiesto la vileza de un autoritarismo. La serie recorre en paralelo la investigación científica y judicial por mediación básica, aunque no exclusiva, del camarada Legásov (Jared Harris), jefe de la comisión encargada por el Kremlin para investigar lo sucedido. Por la descripción de su personaje, humilde y concienzudo, uno apostaría a que quizá dijera, si fuera necesario, que era su trabajo; la verdad termina confesando que, además, hubo honradez y valentía al convertirse en persona vital para destapar las vergüenzas del régimen comunista.
Así mismo, es una recapitulación escalofriante de la desgracia y sus consecuencias, no solo humanas, también políticas; poco importan a la hora de la verdad algunas inexactitudes que se acometen en beneficio de la acusación. No dejan de ser pequeñas licencias que no devalúan la seriedad y el rigor con que se pone en entredicho las falsas virtudes del modelo marxista, un modelo que no duda en señalar como una amenaza mucho mayor que la ignorancia.

Hay montones de imágenes y también sonidos que impresionan desde la distancia. Por su brillantez narrativa se quedarán en tu memoria restando tu aliento por instantes, pero será el continuado ejercicio de tiranía el que helará tu sangre.
John Dunbar
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